Morir bien es para Fernando Marín un derecho humano fundamental. Por eso este médico del 061, nacido en Málaga hace 35 años y vecino de Hortaleza, pertenece a la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), una entidad de ámbito estatal que este otoño ha consolidado su delegación madrileña con 240 socios.
DMD defiende la despenalización de la eutanasia activa, es decir, promueve el derecho de todo adulto capacitado y enfermo irreversible a decidir cuándo finalizar su vida y a recibir ayuda médica para hacerlo. Su objetivo final es, por tanto, cambiar la legislación sobre la muerte, que ahora castiga la ayuda al suicidio. Pero a diario trabajan con la ley en la mano asesorando a familiares de enfermos terminales que acuden a ellos angustiados por ver cómo los últimos días de un ser querido transcurren inútilmente entre sondas y respiradores artificiales.
Pregunta. ¿Qué hacen ustedes cuando les piden ayuda?
Respuesta. Sobre todo informar sobre el derecho del enfermo terminal a estar informado sobre su diagnóstico y a tomar decisiones sobre su tratamiento, incluida la de rechazarlo. Existe un vacío legal grande sobre este asunto porque la Ley de Sanidad sólo dice que todo enfermo tiene derecho a elegir su tratamiento. Así que cuando se solicita, por ejemplo, que se retire una sonda a alguien que está como un vegetal, la decisión depende mucho del talante del médico encargado del caso, unos acceden y otros no.
P. El problema es que en esos estadios terminales los enfermos a menudo no tienen ya capacidad de decidir.
R. Sí, por eso recomendamos a nuestros socios que, mientras estén en plenitud de facultades, redacten un testamento vital. Nosotros hemos elaborado un modelo. En él, el interesado expresa su rechazo a que, en una situación terminal, se prolongue su vida por medios artificiales.
P. ¿Tiene validez legal ese documento?
R. No, porque no está regulado en ningún sitio, pero puede ayudar a que los médicos acepten la voluntad del paciente porque en él se les libera de toda responsabilidad civil y penal.
P. ¿La sanidad madrileña ayuda a morir bien?
R. Poco, sobre todo por su deshumanización. Los médicos están abrumados de trabajo, y además, los grandes hospitales, adonde llegan los terminales, tienen el enfoque de curar con altas tecnologías más que de ayudar a morir con un trato más cálido a quien está ya irreversible.
P. ¿Qué solución hay?
R. Varias. Una de ellas es el incremento de los cuidados paliativos, tanto de las unidades hospitalarias como de los servicios domiciliarios. Son equipos de médicos, enfermeros, psicólogos y trabajadores sociales que intentan mitigar el dolor físico y psíquico de la muerte. En Madrid faltan unidades de este tipo. Hay sólo seis en las 11 áreas sanitarias.
DMD defiende la despenalización de la eutanasia activa, es decir, promueve el derecho de todo adulto capacitado y enfermo irreversible a decidir cuándo finalizar su vida y a recibir ayuda médica para hacerlo. Su objetivo final es, por tanto, cambiar la legislación sobre la muerte, que ahora castiga la ayuda al suicidio. Pero a diario trabajan con la ley en la mano asesorando a familiares de enfermos terminales que acuden a ellos angustiados por ver cómo los últimos días de un ser querido transcurren inútilmente entre sondas y respiradores artificiales.
Pregunta. ¿Qué hacen ustedes cuando les piden ayuda?
Respuesta. Sobre todo informar sobre el derecho del enfermo terminal a estar informado sobre su diagnóstico y a tomar decisiones sobre su tratamiento, incluida la de rechazarlo. Existe un vacío legal grande sobre este asunto porque la Ley de Sanidad sólo dice que todo enfermo tiene derecho a elegir su tratamiento. Así que cuando se solicita, por ejemplo, que se retire una sonda a alguien que está como un vegetal, la decisión depende mucho del talante del médico encargado del caso, unos acceden y otros no.
P. El problema es que en esos estadios terminales los enfermos a menudo no tienen ya capacidad de decidir.
R. Sí, por eso recomendamos a nuestros socios que, mientras estén en plenitud de facultades, redacten un testamento vital. Nosotros hemos elaborado un modelo. En él, el interesado expresa su rechazo a que, en una situación terminal, se prolongue su vida por medios artificiales.
P. ¿Tiene validez legal ese documento?
R. No, porque no está regulado en ningún sitio, pero puede ayudar a que los médicos acepten la voluntad del paciente porque en él se les libera de toda responsabilidad civil y penal.
P. ¿La sanidad madrileña ayuda a morir bien?
R. Poco, sobre todo por su deshumanización. Los médicos están abrumados de trabajo, y además, los grandes hospitales, adonde llegan los terminales, tienen el enfoque de curar con altas tecnologías más que de ayudar a morir con un trato más cálido a quien está ya irreversible.
P. ¿Qué solución hay?
R. Varias. Una de ellas es el incremento de los cuidados paliativos, tanto de las unidades hospitalarias como de los servicios domiciliarios. Son equipos de médicos, enfermeros, psicólogos y trabajadores sociales que intentan mitigar el dolor físico y psíquico de la muerte. En Madrid faltan unidades de este tipo. Hay sólo seis en las 11 áreas sanitarias.