En agosto de 2024 tuvo lugar una acción judicial muy preocupante: una jueza impidió una eutanasia autorizada por la Comisión de Garantía y Evaluación (CGE) de Catalunya.
Noelia (23 años) padece un sufrimiento constante e intolerable por una lesión medular que le impide mover las piernas (en 2022 se tiró de un 5º piso), así como un trastorno límite de la personalidad y un trastorno obsesivo compulsivo. Su petición de ayuda para morir es difícil de abordar. La vida es así, compleja, pero no por eso podemos condenar a una persona a vivir en contra de su voluntad. Porque eso es cruel.
Para impedir su muerte, su padre denunció en el juzgado que no cumple los requisitos. La jueza dijo que ella no la veía tan mal y, patadónparriba, envió el caso al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, que ahora se lo devuelve. ¡Bravo por la justicia!
Por mucho que quieras a una persona, ni con todo tu amor, puedes solicitar la eutanasia para ella. Y si ella quiere morir y cumple los requisitos, tampoco puedes impedirla. Nadie tiene esa legitimidad, salvo ella misma. No hace falta estudiar derecho para saber esto.
Noelia (23 años) padece un sufrimiento constante e intolerable por una lesión medular que le impide mover las piernas (en 2022 se tiró de un 5º piso), así como un trastorno límite de la personalidad y un trastorno obsesivo compulsivo. Su petición de ayuda para morir es difícil de abordar. La vida es así, compleja, pero no por eso podemos condenar a una persona a vivir en contra de su voluntad. Porque eso es cruel.
Para impedir su muerte, su padre denunció en el juzgado que no cumple los requisitos. La jueza dijo que ella no la veía tan mal y, patadónparriba, envió el caso al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, que ahora se lo devuelve. ¡Bravo por la justicia!
Por mucho que quieras a una persona, ni con todo tu amor, puedes solicitar la eutanasia para ella. Y si ella quiere morir y cumple los requisitos, tampoco puedes impedirla. Nadie tiene esa legitimidad, salvo ella misma. No hace falta estudiar derecho para saber esto.
Noelia solicitó la eutanasia 4 meses antes. Con los informes favorables de la médica responsable y la consultora, la CGE verificó que Noelia tiene plena capacidad de hecho y está informada de su situación clínica y las alternativas de tratamiento, como los cuidados paliativos.
Noelia vive en un contexto eutanásico, un padecimiento grave, crónico e imposibilitante, tal y como lo define la Ley, por una paraplejia por lesión medular, que le causa un sufrimiento constante e intolerable, con bastante dolor, y limitaciones en su autonomía física que la impiden valerse por si misma. Por eso solicita ayuda para morir, porque para ella no existe otra forma de liberarse de ese sufrimiento.
Unas semanas antes, unas amigas acudieron a un juzgado con una carta que habían llevado al notario, solicitando un aplazamiento de 6 meses. Este episodio es muy raro, porque Noelia le puede decir a su médica responsable que aplaza o revoca su solicitud en cualquier momento, cuando ella quiera, incluso hasta un instante antes de su muerte (el formulario que debe firmar es gratuíto y está colgado en internet). En esa ocasión, Noelia declaró ante el juez que fue un episodio de arrepentimiento transitorio, pero que deseaba morir. El forense certificó que estaba en pleno uso de sus facultades mentales.
Por su parte, el padre de Noelia recurrió al Juzgado Contencioso Administrativo nº 12 de Barcelona para impedir que se respetara la voluntad de morir de Noelia, con la excusa de que no se cumplían los requisitos de la Ley. El 1 de agosto la jueza decidió paralizar la eutanasia. Es comprensible que la jueza pidiera tiempo para estudiar la solicitud de un padre de impedir la muerte de su hija de 23 años. Pero no el resultado. De acuerdo con todas las partes, en su auto del 9 de agosto decide mantener las medidas cautelares y enviar el caso al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. ¿Por qué el letrado que representa a la CGE y el fiscal, que dfiende la legalidad, no se opusieron y dejaron claro que el padre no tiene legitimidad para intervenir?
Pero es que, además, la jueza en su auto -como dijo el vicepresidente de la CGE de Catalunya-, se mete en un berenjenal que no le corresponde, porque ningún juez tiene conocimientos para afirmar si una persona se encuentra en un contexto eutanásico. Eso lo harán los profesionales.
¡Qué atrevida es la ignorancia! En su auto, la jueza menciona un video que le ha mostrado el padre, en el que se la ve caminando con muletas, para poner en duda los informes que afirman que tales limitaciones van a persistir en el tiempo sin posibilidad de curación o mejoría apreciable. Esto es muy grave, porque la jueza ni siquiera ha visto a Noelia. Según su auto “fue emplazada por la administración para comparecer ante este Juzgado dejándonos esa falta de comparecencia en una absoluto silencio que no se repara con la documentación aportada junto con el expediente administrativo sobre su situación psicofísica”. ¿Qué disparate es esto? ¿Una joven parapléjica de 23 años en un contexto eutanásico emplazada? ¿Qué hace? ¿Se pide un Uber?
¿Por qué no ha ido su señoría a visitarla? Porque la voluntad de morir de Noelia, su experiencia de sufrimiento y de pérdida de dignidad, no le conmueven, ni le provocan compasión. Lo que pretende la jueza es retorcer la Ley para revocar la eutanasia, algo que solo puede hacer Noelia.
Quizás, después del circo mediático que ha montado su padre, sin ningún respeto a su voluntad y su intimidad, Noelia decida aguantarse y aplazar su eutanasia. Es su derecho, no el de su padre, ni el de una jueza. Como dijo en agosto DMD Catalunya en un comunicado publicado en El País, nadie puede solicitar la eutanasia por otra persona. Nadie puede solicitar el aplazamiento o revocarla. Ningún ser querido, familiar, amigo o ninguna autoridad puede pedir la eutanasia por ti. Y nadie tiene legitimidad para impedirla.
Decidas lo que decidas, ojalá que se respete tu voluntad. ¡Ánimo, Noelia!
Noelia vive en un contexto eutanásico, un padecimiento grave, crónico e imposibilitante, tal y como lo define la Ley, por una paraplejia por lesión medular, que le causa un sufrimiento constante e intolerable, con bastante dolor, y limitaciones en su autonomía física que la impiden valerse por si misma. Por eso solicita ayuda para morir, porque para ella no existe otra forma de liberarse de ese sufrimiento.
Unas semanas antes, unas amigas acudieron a un juzgado con una carta que habían llevado al notario, solicitando un aplazamiento de 6 meses. Este episodio es muy raro, porque Noelia le puede decir a su médica responsable que aplaza o revoca su solicitud en cualquier momento, cuando ella quiera, incluso hasta un instante antes de su muerte (el formulario que debe firmar es gratuíto y está colgado en internet). En esa ocasión, Noelia declaró ante el juez que fue un episodio de arrepentimiento transitorio, pero que deseaba morir. El forense certificó que estaba en pleno uso de sus facultades mentales.
Por su parte, el padre de Noelia recurrió al Juzgado Contencioso Administrativo nº 12 de Barcelona para impedir que se respetara la voluntad de morir de Noelia, con la excusa de que no se cumplían los requisitos de la Ley. El 1 de agosto la jueza decidió paralizar la eutanasia. Es comprensible que la jueza pidiera tiempo para estudiar la solicitud de un padre de impedir la muerte de su hija de 23 años. Pero no el resultado. De acuerdo con todas las partes, en su auto del 9 de agosto decide mantener las medidas cautelares y enviar el caso al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. ¿Por qué el letrado que representa a la CGE y el fiscal, que dfiende la legalidad, no se opusieron y dejaron claro que el padre no tiene legitimidad para intervenir?
Pero es que, además, la jueza en su auto -como dijo el vicepresidente de la CGE de Catalunya-, se mete en un berenjenal que no le corresponde, porque ningún juez tiene conocimientos para afirmar si una persona se encuentra en un contexto eutanásico. Eso lo harán los profesionales.
¡Qué atrevida es la ignorancia! En su auto, la jueza menciona un video que le ha mostrado el padre, en el que se la ve caminando con muletas, para poner en duda los informes que afirman que tales limitaciones van a persistir en el tiempo sin posibilidad de curación o mejoría apreciable. Esto es muy grave, porque la jueza ni siquiera ha visto a Noelia. Según su auto “fue emplazada por la administración para comparecer ante este Juzgado dejándonos esa falta de comparecencia en una absoluto silencio que no se repara con la documentación aportada junto con el expediente administrativo sobre su situación psicofísica”. ¿Qué disparate es esto? ¿Una joven parapléjica de 23 años en un contexto eutanásico emplazada? ¿Qué hace? ¿Se pide un Uber?
¿Por qué no ha ido su señoría a visitarla? Porque la voluntad de morir de Noelia, su experiencia de sufrimiento y de pérdida de dignidad, no le conmueven, ni le provocan compasión. Lo que pretende la jueza es retorcer la Ley para revocar la eutanasia, algo que solo puede hacer Noelia.
Quizás, después del circo mediático que ha montado su padre, sin ningún respeto a su voluntad y su intimidad, Noelia decida aguantarse y aplazar su eutanasia. Es su derecho, no el de su padre, ni el de una jueza. Como dijo en agosto DMD Catalunya en un comunicado publicado en El País, nadie puede solicitar la eutanasia por otra persona. Nadie puede solicitar el aplazamiento o revocarla. Ningún ser querido, familiar, amigo o ninguna autoridad puede pedir la eutanasia por ti. Y nadie tiene legitimidad para impedirla.
Decidas lo que decidas, ojalá que se respete tu voluntad. ¡Ánimo, Noelia!