Un estudio canadiense ha tratado de averiguarlo, preguntando a médicos, pacientes y familiares.
El resultado es lamentable: mientras que los ciudadanos quieren que se les trate como a adultos, que les pregunten sobre sus preferencias y que respeten sus decisiones, la realidad es que a muchos ni se les pregunta, una actitud que provoca más incertidumbre y más sufrimiento.
Por ejemplo, el 80% de los ancianos con enfermedades terminales desean remedios paliativos, rechazando tratamientos agresivos, como la RCP (reanimación cardioplumonar). Sin embargo, año tras año, aumentan las tasas de RCP y uno de cada 5 fallecimientos ocurre en una UVI. ¿Qué está pasando?
Para mejorar esto, los “expertos” identificaron 11 cuestiones que los médicos deberían hablar con sus pacientes. Sin embargo, cuando a los tres días de estar ingresados le preguntaron a los enfermos (con una media de 81 años y pronóstico grave) y familiares, resultó que sólo se habían tratado uno o dos de los temas supuestamente importantes, que, para colmo, no fueron los que más les interesaban.
Siguiendo una máxima de sentido común, algo inexplicablemente tan poco frecuente en la relación clínica,
“Si quieres saber algo sobre un paciente, ¡pregúntale!” los investigadores concluyeron que los cinco temas más importantes a discutir son:
Sabemos que hablar de lo importante, de lo más doloroso, es bueno. Anticipar el futuro para afrontar la muerte, deliberar sobre las decisiones a tomar y planificar los cuidados. Firmar el testamento vital. Lo sabemos, pero no se hace. Como dice el autor del artículo en El Confidencial, un desastre.
El resultado es lamentable: mientras que los ciudadanos quieren que se les trate como a adultos, que les pregunten sobre sus preferencias y que respeten sus decisiones, la realidad es que a muchos ni se les pregunta, una actitud que provoca más incertidumbre y más sufrimiento.
Por ejemplo, el 80% de los ancianos con enfermedades terminales desean remedios paliativos, rechazando tratamientos agresivos, como la RCP (reanimación cardioplumonar). Sin embargo, año tras año, aumentan las tasas de RCP y uno de cada 5 fallecimientos ocurre en una UVI. ¿Qué está pasando?
Para mejorar esto, los “expertos” identificaron 11 cuestiones que los médicos deberían hablar con sus pacientes. Sin embargo, cuando a los tres días de estar ingresados le preguntaron a los enfermos (con una media de 81 años y pronóstico grave) y familiares, resultó que sólo se habían tratado uno o dos de los temas supuestamente importantes, que, para colmo, no fueron los que más les interesaban.
Siguiendo una máxima de sentido común, algo inexplicablemente tan poco frecuente en la relación clínica,
“Si quieres saber algo sobre un paciente, ¡pregúntale!” los investigadores concluyeron que los cinco temas más importantes a discutir son:
- Las preferencias de tratamiento en caso de padecer una enfermedad terminal
- Los valores del paciente
- El pronóstico de su enfermedad
- Sus miedos y preocupaciones
- Y cuál es el objetivo real de los cuidados ofrecidos.
Sabemos que hablar de lo importante, de lo más doloroso, es bueno. Anticipar el futuro para afrontar la muerte, deliberar sobre las decisiones a tomar y planificar los cuidados. Firmar el testamento vital. Lo sabemos, pero no se hace. Como dice el autor del artículo en El Confidencial, un desastre.