| El caso de Laura, ingresada en paliativos en el hospital Meixoeiro de Vigo, es un ejemplo de cómo la burocracia de la Ley de eutanasia, que pretende ser muy garantista, es un obstáculo que dificulta el ejercicio del derecho a morir. En 2022, 152 personas fallecieron durante la tramitación (casi 1/3 de las solicitudes, el 29%), en una media de 27 días desde la 1ª solicitud. ¿Se puede tramitar una eutanasia en menos de 15 días? Si (comunicado DMD) Por fin, el 19/11 Laura murió como ella deseaba. ¡Buen viaje, Laura! Ver video en twitter |
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La magistrada del juzgado de lo Contencioso Administrativo nº 5 de Barcelona, impidió en agosto que un señor de 54 años ejerciera su derecho a morir, al admitir la denuncia de un padre que no respetaba la voluntad de su hijo, ya mayorcito. Como el JCA nº 12 en el caso de Noelia, tras suspender de forma cautelar la eutanasia, las dos magistradas -patadón parriba- enviaron los casos al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), que se declaró incompetente y se los devolvió
Para resumir su carrera, cita a Confucio: “El día que naciste lloraste y todos los que te rodeaban se reían. Asegúrate de que el día que mueras seas tú quien ría y todos los que te rodean lloren”.
La ley en Bélgica ha permitido a muchos pacientes hacer realidad esta máxima, según él, gracias a mejores cuidados paliativos y a la práctica de la eutanasia. “Vemos pacientes que se despiden con una sonrisa y dicen: “¡Doctor, vámonos, se acabó!” Por supuesto, todos alrededor lloran un poco, pero él no” , dice con la voz temblorosa. “Cuando hablo de eutanasia, se me llenan los ojos de lágrimas muy rápidamente. No deberías quedar impresionado. Mi capacidad de control en este sentido no es suficiente”, afirma con una sonrisa. Sin el ánimo de ofender a nadie, ¿Cómo calificamos a los profesionales sanitarios, muchos de ellos del ámbito paliativo, que apoyan a una organización confesional de naturaleza criminal? A favor, en contra y más allá: las posiciones de los profesionales sanitarios sobre la Asistencia Médica para Morir en España, es un excelente trabajo de investigación (de Iris Parra, Rosana Triviño y Maite Cruz) recién publicado, sobre los conflictos éticos de profesionales de medicina y enfermería. En las 25 entrevistas realizadas no existe un acuerdo sobre la eutanasia entre los profesionales, sino más bien una coexistencia de perspectivas morales plurales. Se identificaron 4 enfoques de la muerte asistida: Apoyo total, Apoyo condicionado, Rechazo condicionado y Rechazo total. Para unos, la eutanasia es un derecho ciudadano y, por lo tanto, una responsabilidad de los profesionales de la salud. Para otros, por razones religiosas o deontológicas, la eutanasia es un límite que no debe cruzarse (para ellos no es lo mismo permitir la muerte, que provocar la muerte). Lo más interesante es que entre las posiciones tradicionales a favor y en contra, existe una zona gris de profesionales ambivalentes, cuyos discursos pueden superponerse, con prácticas similares, cuya participación no se puede predecir de antemano. Participarían caso por caso, según el contexto y las circunstancias, o excepcionalmente, sin administrar la medicación letal. ¡A estos son a los que hay que apoyar! Reconocer el trabajo de los pioneros y respaldar a los que dudan. No es una cuestión banal, estamos hablando de consolidar un derecho humano. ¡Enhorabuena a las autoras! En agosto de 2024 tuvo lugar una acción judicial muy preocupante: una jueza impidió una eutanasia autorizada por la Comisión de Garantía y Evaluación (CGE) de Catalunya. Noelia (23 años) padece un sufrimiento constante e intolerable por una lesión medular que le impide mover las piernas (en 2022 se tiró de un 5º piso), así como un trastorno límite de la personalidad y un trastorno obsesivo compulsivo. Su petición de ayuda para morir es difícil de abordar. La vida es así, compleja, pero no por eso podemos condenar a una persona a vivir en contra de su voluntad. Porque eso es cruel. Para impedir su muerte, su padre denunció en el juzgado que no cumple los requisitos. La jueza dijo que ella no la veía tan mal y, patadónparriba, envió el caso al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, que ahora se lo devuelve. ¡Bravo por la justicia! Por mucho que quieras a una persona, ni con todo tu amor, puedes solicitar la eutanasia para ella. Y si ella quiere morir y cumple los requisitos, tampoco puedes impedirla. Nadie tiene esa legitimidad, salvo ella misma. No hace falta estudiar derecho para saber esto. Dos documentales sobre la tragedia de la demencia. Mientras seas tú y La memoria infinita (Revista nº 91 de DMD). No quiero que la nada me invada, dice la actriz Carme Elías, no quiero vivir como una ameba, no quiero estar en un sillón, sin enterarme de nada… He tenido muchos miedos, pero ahora solo me domina el miedo por la pérdida de la identidad a medida que la enfermedad avanza. Si reflexiono, me asusta cada vez más. En el documental, Carme lee su testamento vital, que escribió meses antes en su libro "Cuando ya no sea yo". Una forma muy bella de expresar su voluntad y su concepto de dignidad, que nos recuerda al testamento poético vital que hace años escribió de Antonio Gala. Lamentablemente, el fiasco de los fármacos contra el Alzheimer (2018) continua, con los fármacos ya conocidos y con los nuevos. Lo cuentan muy bien Mercedes Pérez-Fernández y Juan Gérvas en su artículo “Hay tratamiento para el Alzheimer, pero no con medicamentos”, publicado en el blog (imprescindible) de Juan Simó Salud, dinero y atención primaria, del que resumo lo siguiente. No sabemos a qué se debe el Alzheimer. Hay hipótesis, como la acumulación en el cerebro de placas de la proteína beta amiloide, y la formación de ovillos neurofibrilares de proteína y “placas amiloides” que trastornan el funcionamiento del cerebro. Sin embargo, estas placas amiloides, que se ven hasta en el 30% de los ancianos sanos sin demencia, no son suficientes para producir la enfermedad. La prevención del Alzheimer es un mito, porque ningún fármaco es capaz de evitar la aparición o la progesión de la demencia. Y el diagnóstico precoz puede ser un mal en sí mismo. ¿Y qué hacemos? Para empezar, nuestro testamento vital. Pero sobre todo, vivir y tratar de amar y ser felices. Ana solicitó la eutanasia en su testamento vital (TV) en 2019. Tenía 68 años y le acababan de diagnosticar una demencia tipo Alzheimer. Ella sabía muy bien de qué estaba hablando, porque su experiencia como cuidadora del deterioro y la devastación que esa enfermedad provocó en su madre unos años antes fue desgarradora. En 2023, con una demencia grave, su representante hizo valer su volutad anticipada e inició una tramitación que se convirtió en una desagradable sucesión de obstáculos. Tras mucho preguntar, finalmente, una médica de familia aceptó hacerse responsable (MR) y certificó que Ana cumplía los requisitos. Tres meses después (no 10 días, como dice la Ley), la vieron dos médicos consultores (MC), que firmaron un informe muy mal hecho, pero también favorable. Sin embargo, un médico y una jurista de la Comisión de Garantía y Evaluación (CGE) de su Comunidad Autónoma, en contra del criterio de los profesionales que la habían examinado, sin verla, ni hablar con su representante, le negaron la prestación de ayuda para morir porque “no existen evidencias objetivamente constatables del sufrimiento continuo e insoportable a que se refiere la ley”. (Otra vez con la misma excusa que en Asturias, Valencia y a saber cuántos lugares más). Su representante presentó una reclamación, que la CGE desestimó haciendo un copia y pega del informe de verificación anterior. Entonces recurrió al contencioso administrativo. La cosa pintaba mal. Durante la vista, con la connivencia del juez, el letrado de la administración estuvo borde, maleducado y fuera de lugar, porque mientras tanto Ana empeoraba día a día. Afortunadamente para ella, murió unos días antes de la sentencia, agotada. Habían pasado cinco meses desde que presentó la demanda. Un año desde que su pareja empezara a indagar cómo respetar su voluntad. Ella deseaba evitar todo ese sufrimiento absurdo, unos meses en los que se ha pisoteado la dignidad de una mujer que dedicó toda su vida a enseñar lengua y literatura, y que fue un ejemplo de compromiso con los demás. ¡Qué barbaridad! ¡Qué injusticia! Otra vez. El caso de José es de los más bestias de estos casi tres años de Ley de eutanasia. Lo conocimos porque decidieron hacerlo público (Antena3, CuatroTV), pero no todas las personas son capaces de eso. ¿A cuántas personas se estará impidiendo en todo el Estado español el ejercicio de su derecho a una muerte asistida? No es posible saberlo. "Durante meses, fueron muy crueles con nosotros", contaba su hermana. No hay derecho. José demuestra que la regulación de la eutanasia también produce monstruos. Para morir bien, una de las cosas más importantes es que te quieran. José es un ejemplo de coraje, de amor y de lucha, de respeto a su voluntad. ¡Enhorabuena a su hermana Sandra y su madre, que le acompañaron con el respeto que se merece la dignidad de todo ser humano! Foto: Paco Puentes (El País) Esta es otra triste historia de injusticia social: la interpretación arbitraria de la Ley de eutanasia por una Comisión de Garantía y Evaluación (CGE), el Fiscal y el juez, en este caso de Baleares, determinada por prejuicios frente a la pobreza y la falta de respeto a la forma de ser de una mujer. Que la CGE rechace una solicitud de eutanasia contra el criterio del MR y MC, es una osadía y un atropello. Recientemente JF Mestre, periodista del Diario de Mallorca, contaba la historia de Damiana. ¿Por qué la CGE no se entrevistó con ella para conocer de primera mano su experiencia de sufrimiento y sus razones para morir? ¿Por qué el juzgado contencioso administrativo se inventa que su solicitud es debida a su situación social y familiar o a su cansancio vital? ¡Qué difícil es todo! ¡Qué desastre! Lo que cada vez está más claro es que la justicia no va a garantizar el derecho a la eutanasia. |