Magnífica editorial de José R. Repullo sobre la estrategia de crónicos (Aten Primaria. 2013; 45(7): 335-337):
(...) ¿por qué al menos no han modulado el encarnizamiento especialista que arrojaba a nuestras playas los restos del naufragio de los pacientes complejos y graves?; ¿por qué no controlaron en los hospitales la desmesura diagnóstica, el desorden clínico y la prescripción asilvestrada que venimos señalando desde hace décadas?
La «medicina moderna» se ha ido convirtiendo en tóxica para muchos enfermos. Y no se puede revertir el proceso solamente desde el nivel primario. La corriente baja turbulenta por la fragmentación atolondrada y la fascinación tecnológica, y remar contracorriente es cada vez más difícil y extenuante.
El resultado está siendo simplemente inmanejable: una medicina fragmentada y un paciente repartido.
La medicina hospitalaria ha crecido con más rigidez que flexibilidad organizativa. Por esta senda no hay una salida profesional o éticamente digna, ni para la medicina ni para la profesión médica.
Veamos 4 aspectos clave del sistema:
a) Promoción y secuestro del crónico leve, adaptado y bien mandado.
b) Combinación de inacción y tempestad de movimientos en crónicos con eventos agudos recurrentes.
c) Abandono ignorante o malicioso del inmovilizado o el que no viene.
d) Atención insensata e inclemente al frágil y terminal.
Por imperativo de ética médica debería cambiar el sesgo intervencionista y dejar espacio para el respeto a la decisión del paciente, a la sensatez clínica y a la compasión humana. El médico generalista ha de ser claramente el director de esta orquesta; y dentro del hospital es esencial buscar a alguien inteligente y clemente para que tome las riendas y proteja al paciente del frecuente encarnizamiento terapéutico promovido por la inmadurez humana de muchos clínicos, por su miopía tecnológica y por su sensibilidad embotada por la rutina.
La práctica de la medicina es un arte, no un comercio; una vocación no un negocio; una vocación en la cual tu corazón debe ejercitarse tanto como tu cabeza.
(...) ¿por qué al menos no han modulado el encarnizamiento especialista que arrojaba a nuestras playas los restos del naufragio de los pacientes complejos y graves?; ¿por qué no controlaron en los hospitales la desmesura diagnóstica, el desorden clínico y la prescripción asilvestrada que venimos señalando desde hace décadas?
La «medicina moderna» se ha ido convirtiendo en tóxica para muchos enfermos. Y no se puede revertir el proceso solamente desde el nivel primario. La corriente baja turbulenta por la fragmentación atolondrada y la fascinación tecnológica, y remar contracorriente es cada vez más difícil y extenuante.
El resultado está siendo simplemente inmanejable: una medicina fragmentada y un paciente repartido.
La medicina hospitalaria ha crecido con más rigidez que flexibilidad organizativa. Por esta senda no hay una salida profesional o éticamente digna, ni para la medicina ni para la profesión médica.
Veamos 4 aspectos clave del sistema:
a) Promoción y secuestro del crónico leve, adaptado y bien mandado.
b) Combinación de inacción y tempestad de movimientos en crónicos con eventos agudos recurrentes.
c) Abandono ignorante o malicioso del inmovilizado o el que no viene.
d) Atención insensata e inclemente al frágil y terminal.
Por imperativo de ética médica debería cambiar el sesgo intervencionista y dejar espacio para el respeto a la decisión del paciente, a la sensatez clínica y a la compasión humana. El médico generalista ha de ser claramente el director de esta orquesta; y dentro del hospital es esencial buscar a alguien inteligente y clemente para que tome las riendas y proteja al paciente del frecuente encarnizamiento terapéutico promovido por la inmadurez humana de muchos clínicos, por su miopía tecnológica y por su sensibilidad embotada por la rutina.
La práctica de la medicina es un arte, no un comercio; una vocación no un negocio; una vocación en la cual tu corazón debe ejercitarse tanto como tu cabeza.