Etimológicamente, compasión es "sufrir con", significa tomar conciencia del sufrimiento de otro, junto con el deseo de aliviarlo, término parecido a la empatía, que es la capacidad de entender y reconocer los sentimientos de otra persona, lo que lleva a una respuesta en sintonía. La simpatía, como aparece en el video, es otra cosa.
La compasión preocupa porque es una piedra angular de la atención médica de calidad. Una revisión de la literatura trata de responder a esta pregunta: ¿Están los médicos preparados para ofrecer el cuidado compasivo que esperan los pacientes? He aquí algunas ideas de los 44 trabajos que seleccionaron.
Conforme avanza su carrera los estudiantes de medicina van perdiendo su empatía, llegando a niveles preocupantes cuando comienzan a ejercer. Ellos creen que son profesionales compasivos, pero los pacientes no. Los médicos valoran mucho más las habilidades técnicas que las cualidades humanas, justo lo contrario que los pacientes y familiares.
¿Qué es la compasión? ¿Qué barreras existen? ¿Es innata o adquirida? ¿Se puede aprender la compasión?
La compasión no se puede evaluar en unas oposiciones de enfermería o en el test del MIR. A estas alturas, pretender que el cuidado compasivo se generalice en el sistema sanitario es una utopía. Quizás la compasión sea innata, pero lo contrario, la agresividad que conduce al encarnizamiento terapéutico y moral, es responsabilidad de cada profesional. Tal y como se ha mencionado en este blog muchas veces, todos los profesionales, sean empáticos o no, tienen la obligación de respetar la ley 41/2002 de autonomía del paciente, asumir el cambio de paradigma que deja atrás el paternalismo en favor del diálogo, el respeto mutuo y la deliberación.
Porque no enferman los cuerpos, sino las personas, en el futuro la excelencia dependerá tanto de la técnica, como de la compasión. Mientras tanto, debemos exigir respeto a los valores y las preferencias de cada persona, aunque a veces la hostilidad de los profesionales convierta lo más básico en un conflicito desagradable, que sitúa la asistencia en las antípodas del cuidado compasivo.
¿Un poco de respeto es mucho pedir?
¿Qué es la compasión?
Cuando se les preguntó a los pacientes qué se les viene a la mente cuando piensan en la compasión, dijeron que era resultado de la intuición y de la comunicación, basada en la resonancia emocional, con siete dimensiones: atención, escucha, confrontación, participación, ayuda, presencia y comprensión.
Para los profesionales es actuar con calidez y empatía, prestar una atención individualizada y actuar de la manera en que les gustaría que otros actuaran con ellos. El cuidado compasivo también ha sido descrito como dar o tener tiempo, transmitiendo la información clínica de manera adecuada. No es un evento estático, sino que se va desarrollando en el tiempo, en un proceso dinámico a través de la asistencia, reconociendo la importancia de momentos especialmente compasivos, como el proceso de morir. La resonancia emocional implica que los médicos compasivos no se distancien emocionalmente de los pacientes, sino que integren sus emociones en la relación médico-paciente.
Para mostrar comprensión también son importantes los elementos no verbales, como el uso eficaz de silencio, la escucha activa, la postura, el tono de voz, el contacto visual, la sonrisa o el movimiento de la cabeza. La personalización, facilitar la confianza, el uso del humor como herramienta complementaria, traer a la conversación la propia vulnerabilidad, con una auto-revelación apropiada, transmitiendo una información clara y sensible, que se mueve en la incertidumbre de la medicina y la propia vida y admite los errores, animando a los pacientes a compartir su perspectiva y sentimientos acerca de su información médica y su experiencia de sufrimiento.
La compasión requiere dos condiciones: la presencia del sufrimiento en una persona y el deseo de otra persona por aliviarlo. No depende de una relación preexistente, sino que nace de nuevas. Son habilidades y acciones específicas para aliviar el sufrimiento, es decir, reconocer, responder a, comprender y abordar activamente el sufrimiento de otro. Ninguna de estas habilidades o acciones, en sí mismas, son intrínsecamente compasivos; más bien, es la combinación de estas habilidades y algunas virtudes como la intuición, el afecto y la presencia los que constituyen la compasión.
Conforme avanza su carrera los estudiantes de medicina van perdiendo su empatía, llegando a niveles preocupantes cuando comienzan a ejercer. Ellos creen que son profesionales compasivos, pero los pacientes no. Los médicos valoran mucho más las habilidades técnicas que las cualidades humanas, justo lo contrario que los pacientes y familiares.
¿Qué es la compasión? ¿Qué barreras existen? ¿Es innata o adquirida? ¿Se puede aprender la compasión?
La compasión no se puede evaluar en unas oposiciones de enfermería o en el test del MIR. A estas alturas, pretender que el cuidado compasivo se generalice en el sistema sanitario es una utopía. Quizás la compasión sea innata, pero lo contrario, la agresividad que conduce al encarnizamiento terapéutico y moral, es responsabilidad de cada profesional. Tal y como se ha mencionado en este blog muchas veces, todos los profesionales, sean empáticos o no, tienen la obligación de respetar la ley 41/2002 de autonomía del paciente, asumir el cambio de paradigma que deja atrás el paternalismo en favor del diálogo, el respeto mutuo y la deliberación.
Porque no enferman los cuerpos, sino las personas, en el futuro la excelencia dependerá tanto de la técnica, como de la compasión. Mientras tanto, debemos exigir respeto a los valores y las preferencias de cada persona, aunque a veces la hostilidad de los profesionales convierta lo más básico en un conflicito desagradable, que sitúa la asistencia en las antípodas del cuidado compasivo.
¿Un poco de respeto es mucho pedir?
¿Qué es la compasión?
Cuando se les preguntó a los pacientes qué se les viene a la mente cuando piensan en la compasión, dijeron que era resultado de la intuición y de la comunicación, basada en la resonancia emocional, con siete dimensiones: atención, escucha, confrontación, participación, ayuda, presencia y comprensión.
Para los profesionales es actuar con calidez y empatía, prestar una atención individualizada y actuar de la manera en que les gustaría que otros actuaran con ellos. El cuidado compasivo también ha sido descrito como dar o tener tiempo, transmitiendo la información clínica de manera adecuada. No es un evento estático, sino que se va desarrollando en el tiempo, en un proceso dinámico a través de la asistencia, reconociendo la importancia de momentos especialmente compasivos, como el proceso de morir. La resonancia emocional implica que los médicos compasivos no se distancien emocionalmente de los pacientes, sino que integren sus emociones en la relación médico-paciente.
Para mostrar comprensión también son importantes los elementos no verbales, como el uso eficaz de silencio, la escucha activa, la postura, el tono de voz, el contacto visual, la sonrisa o el movimiento de la cabeza. La personalización, facilitar la confianza, el uso del humor como herramienta complementaria, traer a la conversación la propia vulnerabilidad, con una auto-revelación apropiada, transmitiendo una información clara y sensible, que se mueve en la incertidumbre de la medicina y la propia vida y admite los errores, animando a los pacientes a compartir su perspectiva y sentimientos acerca de su información médica y su experiencia de sufrimiento.
La compasión requiere dos condiciones: la presencia del sufrimiento en una persona y el deseo de otra persona por aliviarlo. No depende de una relación preexistente, sino que nace de nuevas. Son habilidades y acciones específicas para aliviar el sufrimiento, es decir, reconocer, responder a, comprender y abordar activamente el sufrimiento de otro. Ninguna de estas habilidades o acciones, en sí mismas, son intrínsecamente compasivos; más bien, es la combinación de estas habilidades y algunas virtudes como la intuición, el afecto y la presencia los que constituyen la compasión.
Barreras de la compasión
Para los profesionales existe una brecha entre teoría y práctica, una discordancia entre los ideales que se enseñan en el aula y sus experiencias clínicas. Existen barreras del sistema de salud como la falta de tiempo, de personal y de recursos. La idea de una "línea de producción" o de "cadena de montaje", la resistencia al cambio, las opiniones arraigadas y algunas actitudes negativas del personal obstaculizan el cuidado compasivo. Algunos médicos rechazaron abordar con los residentes los comportamientos clínicos o actitudes que claramente no eran compasivos, subestimando la importancia del cuidado compasivo en la práctica clínica.
El agotamiento, la distracción externa, los pacientes o familias difíciles, las situaciones clínicas complejas (incertidumbre o fracaso del tratamiento), sentirse presionado, un número elevado de casos clínicos y el estrés laboral son otras barreras.
¿Innata o adquirida? ¿Se puede aprender la compasión?
Para algunos la compasión o la empatía es una cualidad innata que los médicos poseían antes de su formación y no modificable a través de la formación. Cualidades inherentes como el respeto, la dignidad y la amabilidad, con virtudes como la atención, la honestidad, la justicia, el compromiso, la persistencia y la dedicación.
Otros estudios sostienen que la compasión puede mejorarse en el tiempo, especialmente a través de experiencias personales dentro y fuera de la formación sanitaria, como una enfermedad personal o familiar, la educación familiar, el desarrollo personal, la educación preclínica, experiencias en las que han sido beneficiarios de la compasión y a través de profesores o tutores que practican un cuidado compasivo.
Quizás sea difícil enseñar las cualidades basadas en la compasión, pero no las habilidades de comunicación, habilidades sociales como conocer al paciente, llamarle por su nombre, escucharle, tratar de percibir su experiencia de sufrimiento, encontrar satisfacción en la relación con los pacientes y respetar sus decisiones. Factores relacionales en el encuentro clínico con el fin de conectarse con el paciente como una persona con necesidades y experiencias de sufrimiento únicas. Con respeto a la individualidad del paciente, su situación única, con un reconocimiento de sus creencias y deseos, médicos y enfermeras capaces de ponerse en los "zapatos del paciente" y de actuar en su mejor interés, que no siempre ha de coincidir con las preferencias del profesional.
La falta de respeto, la falta de interés, la resistencia a abordar el pronóstico, la hostilidad hacia el paciente que desea saber son inhibidores de la compasión que consiste en la “atención a las pequeñas cosas”, "pequeños actos de bondad" o "ir más allá de", "dar a los demás el don de la tranquilidad, el tiempo y el espacio" . La decisión deliberada de no actuar, dejar descansar paciente, darle tiempo para reflexionar en silencio, son acciones compasivas producto de la intuición y la experiencia, diferente al enfoque de los médicos novatos orientado a las tareas.
Los cuidados paliativos tienen un impacto positivo en la compasión al destacar la importancia de la “vida interior” en la práctica profesional, explicitando objetivos como el alivio del sufrimiento, la espiritualidad o la calidad de vida. El cuidado compasivo se transmite a través de factores interpersonales, mediante el aprendizaje reflexivo y la toma de conciencia sobre su significado. La disposición de los clínicos para verse afectados por sus pacientes y sus experiencias, que sufren como los demás seres humanos, es una característica esencial de la comunicación compasiva. Los pacientes que sienten que su médico les escucha, les conoce como persona, refleja una actitud cálida y abierta, y están activamente presentes, reconociendo a su vez su propia vulnerabilidad, tienen una experiencia global con la atención y la percepción de su médico mucho más positiva.
Escultura de Bruno Catalano
Para los profesionales existe una brecha entre teoría y práctica, una discordancia entre los ideales que se enseñan en el aula y sus experiencias clínicas. Existen barreras del sistema de salud como la falta de tiempo, de personal y de recursos. La idea de una "línea de producción" o de "cadena de montaje", la resistencia al cambio, las opiniones arraigadas y algunas actitudes negativas del personal obstaculizan el cuidado compasivo. Algunos médicos rechazaron abordar con los residentes los comportamientos clínicos o actitudes que claramente no eran compasivos, subestimando la importancia del cuidado compasivo en la práctica clínica.
El agotamiento, la distracción externa, los pacientes o familias difíciles, las situaciones clínicas complejas (incertidumbre o fracaso del tratamiento), sentirse presionado, un número elevado de casos clínicos y el estrés laboral son otras barreras.
¿Innata o adquirida? ¿Se puede aprender la compasión?
Para algunos la compasión o la empatía es una cualidad innata que los médicos poseían antes de su formación y no modificable a través de la formación. Cualidades inherentes como el respeto, la dignidad y la amabilidad, con virtudes como la atención, la honestidad, la justicia, el compromiso, la persistencia y la dedicación.
Otros estudios sostienen que la compasión puede mejorarse en el tiempo, especialmente a través de experiencias personales dentro y fuera de la formación sanitaria, como una enfermedad personal o familiar, la educación familiar, el desarrollo personal, la educación preclínica, experiencias en las que han sido beneficiarios de la compasión y a través de profesores o tutores que practican un cuidado compasivo.
Quizás sea difícil enseñar las cualidades basadas en la compasión, pero no las habilidades de comunicación, habilidades sociales como conocer al paciente, llamarle por su nombre, escucharle, tratar de percibir su experiencia de sufrimiento, encontrar satisfacción en la relación con los pacientes y respetar sus decisiones. Factores relacionales en el encuentro clínico con el fin de conectarse con el paciente como una persona con necesidades y experiencias de sufrimiento únicas. Con respeto a la individualidad del paciente, su situación única, con un reconocimiento de sus creencias y deseos, médicos y enfermeras capaces de ponerse en los "zapatos del paciente" y de actuar en su mejor interés, que no siempre ha de coincidir con las preferencias del profesional.
La falta de respeto, la falta de interés, la resistencia a abordar el pronóstico, la hostilidad hacia el paciente que desea saber son inhibidores de la compasión que consiste en la “atención a las pequeñas cosas”, "pequeños actos de bondad" o "ir más allá de", "dar a los demás el don de la tranquilidad, el tiempo y el espacio" . La decisión deliberada de no actuar, dejar descansar paciente, darle tiempo para reflexionar en silencio, son acciones compasivas producto de la intuición y la experiencia, diferente al enfoque de los médicos novatos orientado a las tareas.
Los cuidados paliativos tienen un impacto positivo en la compasión al destacar la importancia de la “vida interior” en la práctica profesional, explicitando objetivos como el alivio del sufrimiento, la espiritualidad o la calidad de vida. El cuidado compasivo se transmite a través de factores interpersonales, mediante el aprendizaje reflexivo y la toma de conciencia sobre su significado. La disposición de los clínicos para verse afectados por sus pacientes y sus experiencias, que sufren como los demás seres humanos, es una característica esencial de la comunicación compasiva. Los pacientes que sienten que su médico les escucha, les conoce como persona, refleja una actitud cálida y abierta, y están activamente presentes, reconociendo a su vez su propia vulnerabilidad, tienen una experiencia global con la atención y la percepción de su médico mucho más positiva.
Escultura de Bruno Catalano