Como nos recuerda la revista digital chilena El Desconcierto, en 1922 Freud fue diagnosticado con un cáncer de paladar. Sufrió 33 cirugías y dolorosas prótesis, hasta que su enfermedad fue paulatinamente deteriorando su calidad de vida. Freud reusaba el uso de analgésicos, ya que estos le impedían concentrarse bien en su trabajo. En el último periodo de su vida, por las dificultades que tenía para deglutir y morder, comía solo. Sus dolores fueron aumentando, generando el cáncer un olor pestilente.
Con 83 años, Freud le dijo a su médico Max Schur: “mi querido Schur, acuérdese de nuestra primera conversación, hace 10 años. Usted prometió ayudarme cuando yo ya no pueda más. Hoy en día, ya no es más que una tortura, y eso ya no tiene sentido”. En 1939, a petición de Freud, con el apoyo de su hija Anna, Schur le ayudó a morir suministrándole altas dosis de morfina.
Con 83 años, Freud le dijo a su médico Max Schur: “mi querido Schur, acuérdese de nuestra primera conversación, hace 10 años. Usted prometió ayudarme cuando yo ya no pueda más. Hoy en día, ya no es más que una tortura, y eso ya no tiene sentido”. En 1939, a petición de Freud, con el apoyo de su hija Anna, Schur le ayudó a morir suministrándole altas dosis de morfina.