"Deseo manifestar aquí y ahora que solo yo tengo el derecho inalienable de decidir sobre mi propia vida y mi propia muerte. Ni dioses, ni clérigos, ni jueces, ni nadie, por muy biempensante o poderoso que se precie, pueden decidir sobre mi vida y mi muerte. “Esta es la muerte que deseo: la muerte libre, que viene a mí porque yo quiero” (Nietzche).
Me gusta vivir y amo la vida sobre todas las cosas. (…) La vida no consiste solo en poder respirar, comer, dormir y defecar, pues existir debería ser siempre un acto permanente de gozoso, consciente y libre zambullirse en la aventura del vivir. Una botella o un lapicero son lo que son, están definitivamente terminados, pero los seres humanos estamos siempre por hacer: cada instante decidimos qué hacemos con nosotros mismos, incluso echarnos a perder. En resumidas cuentas, por amor a la vida, puedo y quiero decidir vivir libre y dignamente, también morir bien, libre y dignamente. La libertad es ni más ni menos que el ejercicio de ese decidir incesante. La vida es libertad. Por eso reivindico mi libertad de decidir también cómo vivir y morir.
Quisiera vivir entre seres humanos libres en la vida y en la muerte. Nada temo, salvo el rostro del dolor cuando aparece implacable. Quiero vivir en plenitud cada uno de los momentos que me restan, amo la vida con todas mis fuerzas, y así converso amistosamente con la posibilidad de acabarla cuando concierte con ella que ha llegado el momento.
Se puede dejar libre y responsablemente la vida sin tristeza, sin temor, solo con quietud y por amor a la vida. Por eso necesito manifestar aquí y ahora mi amor a la vida y mi apasionada amistad con su posible acabamiento, cuando el sol decida descansar más allá de la línea de mi horizonte".
Antonio Aramayona, profesor de filosofía (ver blog), artículo publicado el 22/8/14 en el Huffintong Post, dedicado a Robin Williams.
Me gusta vivir y amo la vida sobre todas las cosas. (…) La vida no consiste solo en poder respirar, comer, dormir y defecar, pues existir debería ser siempre un acto permanente de gozoso, consciente y libre zambullirse en la aventura del vivir. Una botella o un lapicero son lo que son, están definitivamente terminados, pero los seres humanos estamos siempre por hacer: cada instante decidimos qué hacemos con nosotros mismos, incluso echarnos a perder. En resumidas cuentas, por amor a la vida, puedo y quiero decidir vivir libre y dignamente, también morir bien, libre y dignamente. La libertad es ni más ni menos que el ejercicio de ese decidir incesante. La vida es libertad. Por eso reivindico mi libertad de decidir también cómo vivir y morir.
Quisiera vivir entre seres humanos libres en la vida y en la muerte. Nada temo, salvo el rostro del dolor cuando aparece implacable. Quiero vivir en plenitud cada uno de los momentos que me restan, amo la vida con todas mis fuerzas, y así converso amistosamente con la posibilidad de acabarla cuando concierte con ella que ha llegado el momento.
Se puede dejar libre y responsablemente la vida sin tristeza, sin temor, solo con quietud y por amor a la vida. Por eso necesito manifestar aquí y ahora mi amor a la vida y mi apasionada amistad con su posible acabamiento, cuando el sol decida descansar más allá de la línea de mi horizonte".
Antonio Aramayona, profesor de filosofía (ver blog), artículo publicado el 22/8/14 en el Huffintong Post, dedicado a Robin Williams.