Un Comité de Ética de Asturias se pregunta en un artículo si los cuidados paliativos evitan las peticiones de eutanasia:
"Los profesionales proyectamos nuestros miedos y creencias a la hora de prestar atención a las persona en la fase final de su vida. Hay miedo a sedar cuando está indicado y si se hace se hace mal, hay miedo a retirar un tratamiento que no aporta nada y se deriva al hospital a pacientes en agonía por considerar que no se puede hacer nada en el domicilio y mueren sedados con toda la tecnología aplicada. En lugar de escuchar, informar y compartir un proceso de toma de decisiones, aplicamos nuestro concepto de lo que es calidad de vida en lugar de utilizar el del propio paciente, respetarlo y llevarlo a la práctica. En suma, desconocimiento técnico, ético y legal.
"Los profesionales proyectamos nuestros miedos y creencias a la hora de prestar atención a las persona en la fase final de su vida. Hay miedo a sedar cuando está indicado y si se hace se hace mal, hay miedo a retirar un tratamiento que no aporta nada y se deriva al hospital a pacientes en agonía por considerar que no se puede hacer nada en el domicilio y mueren sedados con toda la tecnología aplicada. En lugar de escuchar, informar y compartir un proceso de toma de decisiones, aplicamos nuestro concepto de lo que es calidad de vida en lugar de utilizar el del propio paciente, respetarlo y llevarlo a la práctica. En suma, desconocimiento técnico, ético y legal.
No obstante, e independiente de la cobertura, según datos propios (Equipo de Paliativos Área I-Jarrio del SESPA), mantenemos un buen control del dolor (alrededor de un 90%) y un buen control integral del paciente en general (75%) que nos permite ayudar a la persona y familiares en el proceso de fase final de su vida a aceptar la muerte. A pesar de estos datos, no conseguimos evitar el deseo consciente, racional y libre de terminar cuanto antes el camino en unos pocos casos (probablemente en torno a un 3%)."
La falacia de la universalización de los paliativos frente a la eutanasia.
Tal y como dice este Comité de Ética, y como ya se mencionó en este blog, la voluntad de morir no cambia con paliativos, porque esa decisión no depende de los cuidados que una persona reciba, sino de sus valores y su libertad para renunciar a una vida que ya no desea. El sentido de la vida no obedece a los síntomas que tratan los paliativos, como el dolor, ni siquiera a la angustia la ansiedad, o a eso que pretenciosamente llaman atención espiritual. Es frecuente escuchar a los paliativistas decir que "de los nosecuantos miles de pacientes que he atendido sólo uno o dos me pidieron una eutanasia". Suponiendo que, en contra de los estudios que se han realizado, eso fuera verdad la razón es clara: la gente no es tonta y sabe que es ilegal. Si le preguntamos a una estanquera cuántas de los cientos de miles de personas que han comprado tabaco le han pedido marihuana dirá algo parecido. Otro error, propio de la ignorancia, es situar la decisión de morir en un contexto de desesperación, dolor y deterioro extremo que quizá sea propio de los paliativos, pero que nada tiene que ver con la realidad. Testimonios como los de Carlos en Salvados o Brittany Maynard son esclarecedores, pero para comprendere la eutanasia hay que quitarse antes las gafas de la sacralidad de la vida y ponerse las del respeto a la pluralidad. La sacralidad de la vida es un valor respetable, y todos estamos de acuerdo con que existan paliativos para tod@s. Lo que no está bien es que llos paliativos se utilicen como un subterfugio por una minoría que pretende imponer la sacralidad a toda la sociedad, distorsionando la realidad.
Conclusión: el argumento de que hasta que no se universalicen los cuidados paliativos no se debe regular la eutanasia es absurdo
La falacia de la universalización de los paliativos frente a la eutanasia.
Tal y como dice este Comité de Ética, y como ya se mencionó en este blog, la voluntad de morir no cambia con paliativos, porque esa decisión no depende de los cuidados que una persona reciba, sino de sus valores y su libertad para renunciar a una vida que ya no desea. El sentido de la vida no obedece a los síntomas que tratan los paliativos, como el dolor, ni siquiera a la angustia la ansiedad, o a eso que pretenciosamente llaman atención espiritual. Es frecuente escuchar a los paliativistas decir que "de los nosecuantos miles de pacientes que he atendido sólo uno o dos me pidieron una eutanasia". Suponiendo que, en contra de los estudios que se han realizado, eso fuera verdad la razón es clara: la gente no es tonta y sabe que es ilegal. Si le preguntamos a una estanquera cuántas de los cientos de miles de personas que han comprado tabaco le han pedido marihuana dirá algo parecido. Otro error, propio de la ignorancia, es situar la decisión de morir en un contexto de desesperación, dolor y deterioro extremo que quizá sea propio de los paliativos, pero que nada tiene que ver con la realidad. Testimonios como los de Carlos en Salvados o Brittany Maynard son esclarecedores, pero para comprendere la eutanasia hay que quitarse antes las gafas de la sacralidad de la vida y ponerse las del respeto a la pluralidad. La sacralidad de la vida es un valor respetable, y todos estamos de acuerdo con que existan paliativos para tod@s. Lo que no está bien es que llos paliativos se utilicen como un subterfugio por una minoría que pretende imponer la sacralidad a toda la sociedad, distorsionando la realidad.
Conclusión: el argumento de que hasta que no se universalicen los cuidados paliativos no se debe regular la eutanasia es absurdo