"Morir dignamente depende del médico que nos atiende" (Teguayco Pinto, eldiario.es). Una vez más, un estudio demuestra que el plan de cuidados del enfermo avanzado no depende tanto su voluntad, como de la opinión de su médico. Mal asunto.
Decía Einstein que "vivimos en una sociedad caracterizada por la perfección de los medios y la confusión de los fines". La solución al problema de la mala muerte no es la eutanasia, pero tampoco lo son los cuidados paliativos (CP). Efectivamente, más fomación en CP, más recursos, aumentar la cobertura actual del 55%, desarrollar la asistencia sociosanitaria, mejorará la calidad de vida de los enfermos avanzados y además ahorrará gastos. Pero para morir bien no bastan recursos, no es tan simple, porque los CP son un medio, pero no la finallidad. Necesitamos una cultura de la muerte digna que abarque todos los ámbitos de la sociedad, desde la educación de niños y niñas, al afrontamiento maduro de la vejez, la enfermedad y la muerte. Una cultura de respeto, que promueva la reflexión, el diálogo y la deliberación, empezando por superar de una vez por todas esa dicotomía falsa entre CP y muerte voluntaria.
Que un médico imponga su opinión es muy grave, porque implica que sus creencias y sus valores se colocan por encima de los de un enfermo, sean éstos coincidentes o no. Es una secuela del paternalismo milenario de la medicina en pleno siglo XXI.
Tenemos derecho a que se respete nuestra integridad física y moral, a no sufrir tratos que una persona pueda vivir como inhumanos o degradantes, como llevar un pañal o que te alimenten por un tubito metido en la nariz, a que se alivie nuestro sufrimiento, recurriendo a la sedación paliativa si no existe otro tratamiento que nos permita, a juicio de cada uno, una situación mínimamente confortable. Mientras que los CP enrabolen una bandera de lucha contra la eutanasia no serán una garantía de respeto, ni de buena muerte para todos y todas. Los hechos demuestran que desgraciadamente, todavía, los CP no siempre están a la altura de lo que los ciudadanos esperan. No los repetiremos, están en el blog (TOP 10).
Necesitamos una medicina, paliativa o no, que ponga en valor la autonomía, el respeto a la libertad y a la singularidad de cada persona y que deje de recurrir al miedo y la demagogia sobre la muerte voluntaria.
Decía Einstein que "vivimos en una sociedad caracterizada por la perfección de los medios y la confusión de los fines". La solución al problema de la mala muerte no es la eutanasia, pero tampoco lo son los cuidados paliativos (CP). Efectivamente, más fomación en CP, más recursos, aumentar la cobertura actual del 55%, desarrollar la asistencia sociosanitaria, mejorará la calidad de vida de los enfermos avanzados y además ahorrará gastos. Pero para morir bien no bastan recursos, no es tan simple, porque los CP son un medio, pero no la finallidad. Necesitamos una cultura de la muerte digna que abarque todos los ámbitos de la sociedad, desde la educación de niños y niñas, al afrontamiento maduro de la vejez, la enfermedad y la muerte. Una cultura de respeto, que promueva la reflexión, el diálogo y la deliberación, empezando por superar de una vez por todas esa dicotomía falsa entre CP y muerte voluntaria.
Que un médico imponga su opinión es muy grave, porque implica que sus creencias y sus valores se colocan por encima de los de un enfermo, sean éstos coincidentes o no. Es una secuela del paternalismo milenario de la medicina en pleno siglo XXI.
Tenemos derecho a que se respete nuestra integridad física y moral, a no sufrir tratos que una persona pueda vivir como inhumanos o degradantes, como llevar un pañal o que te alimenten por un tubito metido en la nariz, a que se alivie nuestro sufrimiento, recurriendo a la sedación paliativa si no existe otro tratamiento que nos permita, a juicio de cada uno, una situación mínimamente confortable. Mientras que los CP enrabolen una bandera de lucha contra la eutanasia no serán una garantía de respeto, ni de buena muerte para todos y todas. Los hechos demuestran que desgraciadamente, todavía, los CP no siempre están a la altura de lo que los ciudadanos esperan. No los repetiremos, están en el blog (TOP 10).
Necesitamos una medicina, paliativa o no, que ponga en valor la autonomía, el respeto a la libertad y a la singularidad de cada persona y que deje de recurrir al miedo y la demagogia sobre la muerte voluntaria.