Recientemente, un enfermo de ELA avanzado (en silla de ruedas y con dificultades para usar sus manos), ingresado en un hospital del estado español, con el fin de gestionar su muerte asistida en Suiza, solicitó a un psiquiatra un informe sobre su estado mental, que éste negó "por motivos de conciencia". Acudió a otros dos profesionales, que también se negaron con la excusa de que “yo no hago ese tipo de informes”. Inaudito! Impresentable! Escandaloso!
Algo así ocurría en Gran Bretaña, pero ya no. Allí, el número de personas que muere en Suiza (más de una cada semana) aumenta cada año. En 2016, sólo con la asociación Dignitas murieron 47 británicos, aumentando los socios de este país a 1.139 personas. ¡Qué vergüenza!
Obviamente, para acceder a una muerte asistida es imprescindible aportar unos informes médicos, que tienen que entregar los médicos de referencia. Para evitar conflictos, Dignitas sugiere ocultar el motivo de la solicitud, pero muchas personas prefieren no hacerlo y hablar claramente con sus médicos de su derecho a morir.
Hace años, el equivalente a la Organización Médica Colegial, llegó a decir que redactar informes sabiendo que se usarán para un suicidio asistido era una mala praxis, que podía ser sancionada. Los médicos deben escuchar y discutir los motivos del paciente, limitándose a explicar que ayudar a una persona a suicidarse es un delito y a asesorar sobre las opciones clínicas legales (como la sedación y los cuidados paliativos). En 2015, la Asociación Médica Británica publicó una guía que aclara que facilitar los informes es una acción demasiado lejana al suicidio y conforme a la lex artis.
Si un médico pregunta a su colegio, le darán dos opciones. Una, que entregue los informes con una nota en la que aclare que ello no debe interpretarse como apoyo o estímulo. Dos, que rechace la solicitud, obligando al paciente a solicitar la información por vía administrativa o judicial. Muy british...
¡Basta ya de hipocresía! La información clínica pertenece a cada ciudadano y no existe ningún motivo, ¡ninguno!, para negarle un informe al que tiene derecho. ¡Ojo con la objeción de conciencia! Como ya comentamos con anterioridad (ver: los médicos no tienen derecho a rechazar la muerte asistida y ¿Objeción de conciencia o de conveniencia?) nadie debería usar su situación de superioridad para dificultar el ejercicio de un derecho. Lamentablemente, todavía nos queda mucho por ver, sobre todo si se aprueba una ley de eutanasia.
Algo así ocurría en Gran Bretaña, pero ya no. Allí, el número de personas que muere en Suiza (más de una cada semana) aumenta cada año. En 2016, sólo con la asociación Dignitas murieron 47 británicos, aumentando los socios de este país a 1.139 personas. ¡Qué vergüenza!
Obviamente, para acceder a una muerte asistida es imprescindible aportar unos informes médicos, que tienen que entregar los médicos de referencia. Para evitar conflictos, Dignitas sugiere ocultar el motivo de la solicitud, pero muchas personas prefieren no hacerlo y hablar claramente con sus médicos de su derecho a morir.
Hace años, el equivalente a la Organización Médica Colegial, llegó a decir que redactar informes sabiendo que se usarán para un suicidio asistido era una mala praxis, que podía ser sancionada. Los médicos deben escuchar y discutir los motivos del paciente, limitándose a explicar que ayudar a una persona a suicidarse es un delito y a asesorar sobre las opciones clínicas legales (como la sedación y los cuidados paliativos). En 2015, la Asociación Médica Británica publicó una guía que aclara que facilitar los informes es una acción demasiado lejana al suicidio y conforme a la lex artis.
Si un médico pregunta a su colegio, le darán dos opciones. Una, que entregue los informes con una nota en la que aclare que ello no debe interpretarse como apoyo o estímulo. Dos, que rechace la solicitud, obligando al paciente a solicitar la información por vía administrativa o judicial. Muy british...
¡Basta ya de hipocresía! La información clínica pertenece a cada ciudadano y no existe ningún motivo, ¡ninguno!, para negarle un informe al que tiene derecho. ¡Ojo con la objeción de conciencia! Como ya comentamos con anterioridad (ver: los médicos no tienen derecho a rechazar la muerte asistida y ¿Objeción de conciencia o de conveniencia?) nadie debería usar su situación de superioridad para dificultar el ejercicio de un derecho. Lamentablemente, todavía nos queda mucho por ver, sobre todo si se aprueba una ley de eutanasia.