El teólogo Hans Küng es una referencia moral del siglo XXI. Hace ya 15 años publicó con Walter Jens el libro Morir con Dignidad, un alegato en favor de la responsabilidad; una apasionada, serena y conmovedora llamada a la inevitable reflexión sobre una forma de morir digna. Para ellos el “respeto a la vida” es el elemento fundamental de una ética humanitaria, que rige desde el principio hasta el fin de la vida y, siendo la muerte parte de la vida, al igual que la vida la muerte debe ser digna.
Küng escribía en 1999: "Como cristiano y teólogo estoy convencido de que el Dios todo misericordia que ha donado la libertad al hombre y le exige la responsabilidad de su vida también ha confiado al ser humano moribundo la responsabilidad y la decisión en conciencia sobre el modo y el momento de su muerte. Una responsabilidad que ni el Estado, ni la iglesia, ni el médico, ni el teólogo pueden arrebatarle” .
"La autodeterminación es delimitación frente a los demás seres humanos. Así como no le está permitido a ningún hombre arrasar o acosar a otro hasta la muerte ni imponérsela, tampoco lo está la prolongación de la vida. ¿Hay alguna decisión tan personal como la que tome el moribundoisobre la terminación o no terminación de su vida? Si Dios ha confiado la vida entera a la responsabilidad del ser humano, entonces esa responsabilidad ha de ejercerla también sobre la fase final de su vida o, mejor dicho, con mayor razón en la ocasión más seria de su vida, cuando se trata de morir. ¿Por qué habría de quedar esa última fase excluída de su responsabilidad?" (pág. 54).
Hans Küng, de 85 años, enfermo avanzado de Párkinson, teme perder la visión, y se plantea recurrir al suicidio asistido para poner fin a su vida: "No quiero seguir viviendo como una sombra de mi mismo", escribe el teólogo, en el último volumen de sus memorias. "El ser humano tiene el derecho a morir cuando ya no tiene ninguna esperanza de seguir llevando lo que según su entender es una existencia humana".
"No estoy cansado de la vida, sino harto de vivir", afirma Küng, que no tiene intención de cumplir los 90 años.
Küng escribía en 1999: "Como cristiano y teólogo estoy convencido de que el Dios todo misericordia que ha donado la libertad al hombre y le exige la responsabilidad de su vida también ha confiado al ser humano moribundo la responsabilidad y la decisión en conciencia sobre el modo y el momento de su muerte. Una responsabilidad que ni el Estado, ni la iglesia, ni el médico, ni el teólogo pueden arrebatarle” .
"La autodeterminación es delimitación frente a los demás seres humanos. Así como no le está permitido a ningún hombre arrasar o acosar a otro hasta la muerte ni imponérsela, tampoco lo está la prolongación de la vida. ¿Hay alguna decisión tan personal como la que tome el moribundoisobre la terminación o no terminación de su vida? Si Dios ha confiado la vida entera a la responsabilidad del ser humano, entonces esa responsabilidad ha de ejercerla también sobre la fase final de su vida o, mejor dicho, con mayor razón en la ocasión más seria de su vida, cuando se trata de morir. ¿Por qué habría de quedar esa última fase excluída de su responsabilidad?" (pág. 54).
Hans Küng, de 85 años, enfermo avanzado de Párkinson, teme perder la visión, y se plantea recurrir al suicidio asistido para poner fin a su vida: "No quiero seguir viviendo como una sombra de mi mismo", escribe el teólogo, en el último volumen de sus memorias. "El ser humano tiene el derecho a morir cuando ya no tiene ninguna esperanza de seguir llevando lo que según su entender es una existencia humana".
"No estoy cansado de la vida, sino harto de vivir", afirma Küng, que no tiene intención de cumplir los 90 años.