A propósito de la "atención no deseada", tratamientos agresivos, invasivos, que se imponen a pacientes moribundos, con frecuencia con demencia o inconscientes, durante sus últimas semanas o meses de vida, el autor preguntó a médicos y enfermeras candienses sobre lo que pensaban.
Estas son algunas de sus respuestas.
En muchos casos, la familia del paciente presiona para que se realicen tratamientos ineficaces, en contra del criterio médico que proponía cuidados paliativos por las consecuencias de los tratamientos fútiles y agresivos.
"He pasado incontables noches en intensivos tratando de convencer a las familias de que la mayoría de las intervenciones que hacemos en enfermos crííticos ancianos provocan sufrimiento sin beneficio alguno, pero a menudo mis palabras caían en oídos sordos. Hemos sido condicionados, como sociedad, a querer preservar la vida a toda costa. Creemos que nuestros miembros de la familia son unos luchadores y superarán las emergencias médicas graves. Estamos tratando con medidas heroicas a las familias, no al paciente". “Muchas personas no están dispuestas a aceptar la opción de no hacer nada y ven los paliativos como algo equivalente a desenchufar al enfermo".
"Tenemos un curioso sistema de toma de decisiones. Preguntamos al paciente, si es incompetente o está demasiado enfermo, preguntamos los familiares o al representante. Aunque los médicos podemos desatender una petición de tratamiento basándonos en la inutilidad médica, no lo hacemos, por múltiples razones. Por un lado, no hay tiempo para deliberar largamente con la familia sobre las opciones, pero también existe la amenaza de una reclamación o una demanda. Una vez, cuando estaba agotado a las 12 de la noche, fui amenazado por un abogado para que ingresara a su padre de 91 años en la UCI inmediatamente con la amenaza de que tomaría medidas legales. Así lo hice, y el padre murió con encarnizamiento terapéutico".
"La mayoría de las familias son razonables, pero también hay familias disfuncionales que no se ponen de acuerdo sobre lo que debe hacerse y exigen vehementemente que se haga todo lo posible. A menudo, la culpa por el abandono previo a la enfermedad juega un papel importante”. La mayoría de los ancianos que han sufrido una estancia prolongada en la UCI nunca abandonan el hospital o terminan sus días en una residencia, pero la familia no lo sabe. Muchas veces su compromiso emocional es un obstáculo para darse cuenta de que la opción paliativa, apostar por el cuidado en lugar de por una curación imposible, es la más humana y beneficiosa para el enfermo, pero es una decisión que los familiares no desean tomar.
Otras veces, la forma en que los médicos informan complica la situación. Las familias aceptan los tratamientos agresivos que los médicos se sienten obligados a ofrecer porque los planteamientos sobre las alternativas (paliativas) son confusos, y las familias, generalmente sin la experiencia necesaria para comprender las consecuencias, perciben -erróneamente- que están eligiendo entre la vida o la muerte de su ser querido.
Conclusión: no deje las decisiones sobre los cuidados al final de su vida en manos de sus familiares. ¿Firme su testamento vital!