La muerte es un tema tabú, pero no tiene por qué ser así. En sus charlas, les pide a todos que cierren los ojos y piensen sobre su propia muerte. ¿Cómo se ven? ¿Qué es una muerte ideal para ellos? El público responde: rodeado de seres queridos, en paz, sin dolor, en casa, sin remordimientos... Entonces, ¿por qué dejamos nuestras muertes en manos de la medicina, morimos en un hospital, conectados a máquinas y tubos?
Jadad lidera la Iniciativa Global para una Buena Muerte. Después de analizar todas las publicaciones científicas, ha llegado a la conclusión de que, independientemente de la cultura, de las creencias o de las condiciones socioeconómicas, existen unas condiciones fundamentales en una buena muerte:
- Morir en el sitio que la gente prefiera
- Tener autonomía sobre las decisiones médicas
- Tener la posibilidad del suicidio asistido o la eutanasia
- Evitar las medidas artificiales innecesarias
- Controlar el dolor y el sufrimiento emocional
- Permitirse el desarrollo de la espiritualidad y las manifestaciones religiosas
- Estar al lado de la familia y los amigos
- No ser una carga para las otras personas
- Ser conscientes del significado de lo que está sucediendo.
¿La humanidad necesita cuidados paliativos? Morimos como individuos y como especie, con estilo. Debemos realizar esfuerzos colectivos para asegurar que nos apoyamos mutuamente para vivir con plenitud hasta el final. Para lograr esto, como mínimo, debemos hacer explícita la manera en la que no queremos morir y obtener seguridad de que nuestros deseos serán respetados, con compasión y competencia.
La comunidad de cuidados paliativos tiene una oportunidad única de ir más allá del modelo médico, promoviendo un debate serio sobre cómo deseamos vivir nuestras vidas y ver el final como un gran punto de partida para volver a imaginar y transformar todo. La única manera de alcanzar una buena muerte es vivir una buena vida, hasta el último aliento. Debemos hacer esfuerzos para desmedicalizar la vida y que la muerte se vea como una amiga. Es fundamental alinear a todos los actores para hacerlos más compasivos. La buena muerte, la muerte humanista es la que sucede cuando se protege la capacidad de amar y ser felices hasta el final.
Cuando la gente entiende que le queda poco tiempo decide que la prioridad máxima es buscar la felicidad hasta la muerte. Para lograr eso es importante contar con un grupo de personas que acompañe el proceso con sinceridad. En uno de los casos que tuve el privilegio de facilitar, la persona pasó sus últimos días recibiendo masajes en los pies por parte de su pareja, quien le leía poemas de Neruda mientras ella se tomaba las medicinas para el dolor en batidos de sus frutas favoritas. Esto requirió mucho menos esfuerzo y gastos que una mala muerte en una unidad de cuidados intensivos, relata Jadad.
Básicamente, la muerte es solo una extensión de nuestras vidas; nuestras vidas nos pertenecen y también nuestra muerte. Debemos ser verdaderamente dueños de nuestras muertes con orgullo y autonomía, vivir nuestra muerte como vivimos nuestras vidas. ¿Por qué no hacemos que nuestras muertes sean tan bellas como el resto de nuestras vidas?