"Esta no es una historia de muerte, sino de amor por la vida". Irene no quería morir, es la historia de una vida vivida hasta el final, completamente, usando todos los recursos, yendo a destinos lejanos tan pronto como la salud, las curas, la quimioterapia, los huesos que rompieron las metástasis, lo permitieron. Sonreír a amigos y parientes, negándose a sentir lástima. Una fuerza de la naturaleza, mi tigre."
Desde el día del diagnóstico Irene fue clara: "Quiero ser yo quien decida cuándo y cómo me iré. No él, el cáncer no ganará". Una puerta abierta, la libertad para elegir cómo enfrentarse mejor a las dificultades cotidianas "Creo que es un derecho que todos deberían tener, incluso aunque fuera poco probable de que yo no lo usara", dice Andrea convencida.
Irene vivió libre casi hasta el final. Inició los trámites para morir en Suiza, pero no le dio tiempo a terminarlos y murió como deseaba evitar: entre la ansiedad y el miedo. Ella no quería sobrevivir conectada a un tubo, aterrorizada por si el oxígeno se acababa, cansada, temerosa de que el monstruo creciera y cada vez sufriera más, reduciendo su autonomía. Estaba muy débil, obligada a elegir entre la pérdida de la lucidez y el dolor atroz, no quería que viviéramos su agonía. Ella, siempre tan valiente, que hasta veinte días antes de morir viajaba en una camioneta por Suecia y Escandinavia, caminando durante horas, ahora no podía soportarlo más. Ella no quería vivir su agonía. Quería decidir, quería ser libre y amante de la vida y de sí misma, hasta el final.
Su esposo Andrea la cuidó en casa, con su amado perro Totò. Decidió usar su dolor para superar su timidez y contar en un video una historia de dos años entre tumores, tratamientos y viajes, hasta el último adiós. Lo hizo para respetar los últimos deseos de su Irene: solicitar la eutanasia legal.
"El día anterior de cerrar los ojos para siempre, sedada para no sufrir, en el último momento de claridad en que nos despedimos, me pidió que escribiera a mis amigos. Invitó a todos a luchar para que en nuestro país se regule el derecho a morir dignamente, la eutanasia, sin tener que ir al extranjero, como dj Fabo, como docenas de italianos que cruzaron la frontera en silencio para no saltar por la ventana”.