- Tuvieron tasas más altas de reanimación cardiopulmonar y/o ventilación mecánica en la última semana de vida.
- Fueron derivados a centros de cuidados paliativos más tarde, sin que se encontraran diferencias en la supervivencia.
- Murieron con más frecuencia en una unidad de cuidados intensivos, con muchas menos probabilidades de morir en sus casas o donde les hubiera gustado que los pacientes que no recibieron quimio.
Tema complejo el de los límites. ¿Cuántos enfermos de cáncer fallecen con ciclos de quimioterapia pendientes? ¿Por qué se les pautan tratamientos que se sabe no van a funcionar? ¿Por qué se habla de estudios experimentales que no lo son? No es porque los oncólogos sean unos canallas (alguno hay), ni porque la industria no tenga escrúpulos (que no los tiene), sino sobre todo porque es lo que el paciente-familia demanda: ¡la salvación!, cueste lo que cueste, aunque sea imposible. El oxímoron.
Es inviable resumir los beneficios de múltiples fármacos oncológicos en un contexto no curativo, no sólo en supervivencia, sino también en calidad de vida, control de síntomas, etc. Fármacos que han cambiado la historia natural de múltiples tipos tumorales en situación paliativa han surgido en los últimos años, y han ayudado a mejorar las expectativas de los pacientes, nos dice en su blog un oncólogo que no está para nada de acuerdo con estas afirmaciones, remitiendo al lector a la página de la SEOM en oncología cada avance se escribe con mayúsculas.
Por ejemplo, un estudio de 842 pacientes afectos de un cáncer de páncreas con metástasis (¡ojo!: con un buen estado general), demostraba que los pacientes tratados con gemcitabina (tratamiento estándar) en combinación con nab-paclitaxel alcanzaron una supervivencia de 8.5 meses respecto a 6.7 meses (5.5 meses libres de progresión respecto a 3.7 meses y una mayor tasa de respuestas del 23% versus 7%).
¿Justifican unos meses de vida soportar los efectos secundarios del tratamieto? Pues depende de para quien. Es una cuestión personal, de cada paciente, sobre la que se debe deliberar tomando la decisión más prudente, aquella que con la información en la mano, asumiendo la incetidumbre de la medicina y de la vida misma, respete los valores y la voluntad de cada persona. Para los pacientes es una situación inédita, pero para el médico no, necesitan su ayuda. Sin engaños, con honestidad y con humildad. Menos quimio y más conversación. ¡Cuánto sufrimiento se podría evitar si escucháramos más a los pacientes!