No hace mucho tuve que hacer noche en urgencias de un centro sanitario público. Pasé la madrugada en una camilla en medio de un pasillo, al lado de una mujer que agonizaba y que susurraba continuamente “por favor, quitadme este dolor, quitádmelo”. No había personal para atenderla, no teníamos ni mantas, ni almohadas, ni agua. La buena voluntad y preparación de enfermeros y médicos no era suficiente ante la escasez de medios: al mediodía del día siguiente la mujer seguía en el mismo sitio, a la espera de un cirujano y un quirófano libres. Su hijo, un hombre de mediana edad que llegó al amanecer, murmuró: “Esta es la sanidad que nos están dejando a los pobres: morir con dolor y sin dignidad”.
Lo dijo alto y claro la actriz Candela Peña hace un año, al recoger su Premio Goya: “He visto morir a mi padre en un hospital público donde no había mantas para taparlo, donde no había agua para darle de beber, se la teníamos que llevar nosotros...”.
De Olga Rodríguez en eldiario.es
Lo dijo alto y claro la actriz Candela Peña hace un año, al recoger su Premio Goya: “He visto morir a mi padre en un hospital público donde no había mantas para taparlo, donde no había agua para darle de beber, se la teníamos que llevar nosotros...”.
De Olga Rodríguez en eldiario.es