A propósito de la publicación del libro Ser Mortal (Atul Gawande, Galaxia Gutenberg, 2014), Jordi Valera hace un interesante comentario en su blog.
La medicina moderna pretende la supervivencia, los médicos siempre encuentran un lugar para otra ronda de quimioterapia o para una intervención quirúrgica heroica.
En cambio, las personas en fase final, cuando consiguen recuperar la visión personal después de tanta luminotecnia médica, dicen que vivir más estaría bien, pero que también les gustaría poder explicar a los médicos, si fuera posible, que querrían evitar sufrimientos innecesarios, cerrar asuntos pendientes con las personas queridas, conservar la mente despierta tanto tiempo como fuera posible y no ser una carga para los suyos.
La medicina moderna pretende la supervivencia, los médicos siempre encuentran un lugar para otra ronda de quimioterapia o para una intervención quirúrgica heroica.
En cambio, las personas en fase final, cuando consiguen recuperar la visión personal después de tanta luminotecnia médica, dicen que vivir más estaría bien, pero que también les gustaría poder explicar a los médicos, si fuera posible, que querrían evitar sufrimientos innecesarios, cerrar asuntos pendientes con las personas queridas, conservar la mente despierta tanto tiempo como fuera posible y no ser una carga para los suyos.
Pero pocas veces estos temas tienen cabida en consultas sobrecargadas de probabilidades y alternativas terapéuticas. "Muchos pacientes se dejan llevar por la dinámica luchadora y acaban creyendo que tienen que probarlo todo hasta que el médico les diga que ya no hay nada que hacer. Pero esto último no ocurre casi nunca, porque muchos médicos siempre tienen un as salvador en la manga".
La decisión clínica compartida es un movimiento que impulsa la práctica de una tercera vía entre el paternalismo ("¿Si fuera su madre qué haría doctor?") y la delegación de responsabilidades ("Yo le digo todas las posibilidades y usted decide"). La decisión clínica compartida adopta una metodología interpretativa a partir de dos preguntas básicas, dos aproximaciones a la manera de ver las cosas de cada paciente:
Cuando estos dos conceptos se han aclarado es muy fácil elegir entre la pastilla azul o la roja. Hay 5 preguntas que son imprescindibles para la decisión clínica:
La reunión familiar para hablar del proceso de final de vida requiere tantas habilidades como las que se necesitan para ejercer de cirujano, porque alrededor de un mal pronóstico siempre hay mucha ansiedad, muchas preocupaciones y, a menudo, pánico de verdad. Una conversación por la que médicos y enfermeras no hemos sido preparados. Pero ya ha llegado el momento de hacerlo, y si lo conseguimos, daremos sentido al proceso final de las personas que atendemos, y de paso les protegeremos de los riesgos de sufrir actuaciones desproporcionadas.
Hasta aquí la cita del blog. Añado: el testamento vital (TV) puede ser una herramienta muy útil para el afrontamiento de la muerte y para facilitar la toma de decisiones al final de la vida. Pero, ¿Por qué existe tan poco interés de los profesionales por el TV? ¿Por qué se ha hecho tan poco para que los valores (y los derechos) de la ley de autonomía del paciente de 2002 primen y se respeten en la relación médico paciente?
La decisión clínica compartida es un movimiento que impulsa la práctica de una tercera vía entre el paternalismo ("¿Si fuera su madre qué haría doctor?") y la delegación de responsabilidades ("Yo le digo todas las posibilidades y usted decide"). La decisión clínica compartida adopta una metodología interpretativa a partir de dos preguntas básicas, dos aproximaciones a la manera de ver las cosas de cada paciente:
- ¿Qué es más importante para usted?
- ¿Qué es lo que más le preocupa?
Cuando estos dos conceptos se han aclarado es muy fácil elegir entre la pastilla azul o la roja. Hay 5 preguntas que son imprescindibles para la decisión clínica:
- ¿Qué ha entendido usted sobre lo que le han dicho del pronóstico de su proceso?
- Si le digo que le queda poco tiempo, ¿qué es lo que más le preocupa? ¿Qué cosas piensa que le quedan por hacer?
- ¿Qué es innegociable para usted en este proceso y qué estaría dispuesto a negociar?
- En el caso de que empeorara, ¿cuál es su prioridad?
- ¿Quién quiere que tome decisiones si llega un momento en que usted ya no puede?
La reunión familiar para hablar del proceso de final de vida requiere tantas habilidades como las que se necesitan para ejercer de cirujano, porque alrededor de un mal pronóstico siempre hay mucha ansiedad, muchas preocupaciones y, a menudo, pánico de verdad. Una conversación por la que médicos y enfermeras no hemos sido preparados. Pero ya ha llegado el momento de hacerlo, y si lo conseguimos, daremos sentido al proceso final de las personas que atendemos, y de paso les protegeremos de los riesgos de sufrir actuaciones desproporcionadas.
Hasta aquí la cita del blog. Añado: el testamento vital (TV) puede ser una herramienta muy útil para el afrontamiento de la muerte y para facilitar la toma de decisiones al final de la vida. Pero, ¿Por qué existe tan poco interés de los profesionales por el TV? ¿Por qué se ha hecho tan poco para que los valores (y los derechos) de la ley de autonomía del paciente de 2002 primen y se respeten en la relación médico paciente?