“El sufrimiento nos vomita y recuerda la condición limitada del ser humano, pero también nos sitúa en el límite, en la frontera.
Estar en el límite hace posible hablar más allá de lo que vemos y, aunque resulte paradójico, en estas situaciones lo que más se nos suele exigir, al menos como primer paso, es callar.
El encuentro con el límite y desde el límite nos ubica en el territorio del misterio, de lo más insondable de la condición humana. En este territorio habita el sufrimiento, con sus distintas intensidades. Aquí es donde el reto fundamental estriba en aguantar su silencio denso e incontestable sin derrumbarse ni buscar chivos expiatorios”. Javier Barbero, Humanitas, 2004
Estar en el límite hace posible hablar más allá de lo que vemos y, aunque resulte paradójico, en estas situaciones lo que más se nos suele exigir, al menos como primer paso, es callar.
El encuentro con el límite y desde el límite nos ubica en el territorio del misterio, de lo más insondable de la condición humana. En este territorio habita el sufrimiento, con sus distintas intensidades. Aquí es donde el reto fundamental estriba en aguantar su silencio denso e incontestable sin derrumbarse ni buscar chivos expiatorios”. Javier Barbero, Humanitas, 2004