Quince días después de hacer público su testimonio, la mujer de 69 años que solicitó una muerte asistida, un derecho en vigor desde el 25 de junio de 2021, murió sin asistencia en un hotel. Lo cuenta Pablo Ordaz en El País. Por cierto, es falso -como ha dicho la Consejería- que un médico le denegara su solicitud por no cumplir los requisitos. Siempre está feo mentir, pero hacerlo sobre una persona que ha muerto es despreciable.
A propósito de la muerte voluntaria de esta mujer, que deseaba morir en su hospital de referencia, donde la trataron formidablemente durante muchos años, hay que lamentar la negligencia de la Comunidad de Madrid. Así lo dijimos en la radio: nunca se tramitó su solicitud, no hubo proceso deliberativo, médico consultor, ni Comisión de Garantía y Evaluación. A su reclamaciones la Comunidad de Madrid respondió: "Vuelva usted mañana", un día tras otro, durante dos meses y medio. Y ya no podía más.
No se pueden poner puertas al campo. Cualquiera que busque pentobarbital por internet tendrá la respuesta sobre cómo adquirir el fármaco que el propio Manual de Buenas Prácticas del Ministerio de Sanidad recomienda para el suicidio asistido. Hay muchas estafas, por eso conviene recurrir al libro La Píldora Apacible, de referencia en el mundo.
Al igual que con la historia de Sara, hay personas que por sus creencias son incapaces de comprender la muerte voluntaria. Simplemente está fuera de su alcance. Como en la fábula del tigre y el burro que afirmaba que el prado es azul, de poco sirve perder el tiempo con necios y fanáticos a los que no les importa la verdad o la realidad, sino sólo imponer sus creencias, afortunadamente en decadencia. Como hace poco decía en un tuit un buen periodista "gracias a que la Ilustración puso coto al pensamiento religioso y lo sacó de la vida pública hoy no sopesamos calmar la ira del volcán echando dentro a tantos como reivindican que el pensamiento religioso dirija nuestras vidas. Como Abogados Supersticiosos, por ejemplo".
Algunas de esas iluminadas forman parte de la administración. Esperemos que cumplan con su obligación de respetar las leyes.
A propósito de la muerte voluntaria de esta mujer, que deseaba morir en su hospital de referencia, donde la trataron formidablemente durante muchos años, hay que lamentar la negligencia de la Comunidad de Madrid. Así lo dijimos en la radio: nunca se tramitó su solicitud, no hubo proceso deliberativo, médico consultor, ni Comisión de Garantía y Evaluación. A su reclamaciones la Comunidad de Madrid respondió: "Vuelva usted mañana", un día tras otro, durante dos meses y medio. Y ya no podía más.
No se pueden poner puertas al campo. Cualquiera que busque pentobarbital por internet tendrá la respuesta sobre cómo adquirir el fármaco que el propio Manual de Buenas Prácticas del Ministerio de Sanidad recomienda para el suicidio asistido. Hay muchas estafas, por eso conviene recurrir al libro La Píldora Apacible, de referencia en el mundo.
Al igual que con la historia de Sara, hay personas que por sus creencias son incapaces de comprender la muerte voluntaria. Simplemente está fuera de su alcance. Como en la fábula del tigre y el burro que afirmaba que el prado es azul, de poco sirve perder el tiempo con necios y fanáticos a los que no les importa la verdad o la realidad, sino sólo imponer sus creencias, afortunadamente en decadencia. Como hace poco decía en un tuit un buen periodista "gracias a que la Ilustración puso coto al pensamiento religioso y lo sacó de la vida pública hoy no sopesamos calmar la ira del volcán echando dentro a tantos como reivindican que el pensamiento religioso dirija nuestras vidas. Como Abogados Supersticiosos, por ejemplo".
Algunas de esas iluminadas forman parte de la administración. Esperemos que cumplan con su obligación de respetar las leyes.