La Ley no obliga a las personas que solicitan eutanasia a recibir cuidados paliativos (CP), sino a estar informadas de que existen, que es distinto.
Como se ya tratado ampliamente en este blog, los CP son un enfoque, una manera de hacer medicina (“de toda la vida”), que es la que ofrece la mejor asistencia en el proceso de morir, una respuesta multidiscilinar, que surge de la mano de la enfermería, la psicología y el trabajo social.
Pero los CP no hacen una sedación paliativa a petición del paciente, sino según el criterio médico sobre el sufrimiento refractario, de tal modo que los paliativos ni adelantan, ni retrasan la muerte. Por esto no compiten con la eutanasia, porque su respuesta a la voluntad de morir antes de la fase de últimos días no es un derecho que decida cada persona, sino una concesión que depende del criterio del equipo asistencial.
Sin embargo, un sector de la sociedad confronta los CP contra la eutanasia. En el fondo es una cuestión de creencias (solo dios da la vida y la quita), sobre las que no cabe discusión. Por eso, como en una sociedad democrática y plural ya no se las pueden imponer a los demás, la sacralidad de la vida se camufla detrás de una falacia: con CP nadie se quiere morir. Para ello, se crea el mito de los cuidados paliativos (CP) sobre su omnipotencia frente al sufrimiento.
Como se ya tratado ampliamente en este blog, los CP son un enfoque, una manera de hacer medicina (“de toda la vida”), que es la que ofrece la mejor asistencia en el proceso de morir, una respuesta multidiscilinar, que surge de la mano de la enfermería, la psicología y el trabajo social.
Pero los CP no hacen una sedación paliativa a petición del paciente, sino según el criterio médico sobre el sufrimiento refractario, de tal modo que los paliativos ni adelantan, ni retrasan la muerte. Por esto no compiten con la eutanasia, porque su respuesta a la voluntad de morir antes de la fase de últimos días no es un derecho que decida cada persona, sino una concesión que depende del criterio del equipo asistencial.
Sin embargo, un sector de la sociedad confronta los CP contra la eutanasia. En el fondo es una cuestión de creencias (solo dios da la vida y la quita), sobre las que no cabe discusión. Por eso, como en una sociedad democrática y plural ya no se las pueden imponer a los demás, la sacralidad de la vida se camufla detrás de una falacia: con CP nadie se quiere morir. Para ello, se crea el mito de los cuidados paliativos (CP) sobre su omnipotencia frente al sufrimiento.
La segunda mentira es afirmar que no se cuántos mil personas no reciben CP, porque solo cuentan las que reciben asistencia por un equipo específico, ignorando que ese enfoque integral no es exclusivo de los equipos de CP, también es propio de la geriatría, del ámbito socio-sanitario y de la medicina familiar y comunitaria. Sin duda, ese abordaje holístico es muy valioso en el final de la vida pero, tengas las creencias que tengas, los CP no hacen milagros, ni modifican la voluntad de morir de una persona.
La Ley de eutanasia menciona 3 veces a los CP (exposición de motivos, art. 5 sobre los requisitos y art. 8 sobre el procedimiento):
Todos los planes de CP así lo recogen: “Los profesionales de Atención Primaria juegan un papel fundamental en la identificación y asistencia a los pacientes con necesidades paliativas a nivel comunitario, siendo esta estructura el eje sobre el que gira la atención paliativa” (Plan de CP de Madrid 2017-2020).
Los Equipos Específicos de CP deben reservarse para personas con necesidades paliativas complejas, que son aquellas “causantes de frecuentes crisis de necesidad que conllevan alta demanda de atención al alterar la calidad de vida del enfermo y la familia”. Por lo tanto, la solicitud de eutanasia no es un criterio de complejidad paliativa, que justifique la intervención de un equipo específico.
Basándose en un trabajo de 2015, el citado Plan define:
En resumen, la Ley obliga a informar, colocando en el mismo nivel los CP y las prestaciones por dependencia. Pero no obliga a la persona solicitante a ser asistida por un equipo específico de CP.
Aunque algunos se arrogen la exclusividad del conocimiento, “una cosa son los paliativos y otra los de paliativos”. Cualquier equipo asistencial (médica y enfermera), puede garantizar unos “cuidados paliativos integrales”, y valorar si se consultaa a un equipo específico de CP. Obviamente, respetando la autonomía del paciente y su derecho a elegir entre opciones clínicas y a rechazar un tratamiento. Es decir, que una vez que la persona conoce los CP, es ella la que decide si recurre a un equipo específico de CP que, dicho sea de paso, en teoría ni adelantará, ni retrasará su muerte, o sigue adelante con su solicitud.
Si no quiere poner un paliativista en su vida, está su derecho. Actuemos con respeto y responsabilidad.
La Ley de eutanasia menciona 3 veces a los CP (exposición de motivos, art. 5 sobre los requisitos y art. 8 sobre el procedimiento):
- La persona solicitante debe “disponer por escrito de la información que exista sobre su proceso médico, las diferentes alternativas y posibilidades de actuación, incluida la de acceder a cuidados paliativos integrales comprendidos en la cartera común de servicios y a las prestaciones que tuviera derecho de conformidad a la normativa de atención a la dependencia” (art. 5.1.b).
- Una vez que compruebe que cumple los requisitos (art. 5.1), el médico responsable “realizará con el paciente solicitante un proceso deliberativo sobre su diagnóstico, posibilidades terapéuticas y resultados esperables, así como sobre posibles cuidados paliativos, asegurándose de que comprende la información que se le facilita”.
Todos los planes de CP así lo recogen: “Los profesionales de Atención Primaria juegan un papel fundamental en la identificación y asistencia a los pacientes con necesidades paliativas a nivel comunitario, siendo esta estructura el eje sobre el que gira la atención paliativa” (Plan de CP de Madrid 2017-2020).
Los Equipos Específicos de CP deben reservarse para personas con necesidades paliativas complejas, que son aquellas “causantes de frecuentes crisis de necesidad que conllevan alta demanda de atención al alterar la calidad de vida del enfermo y la familia”. Por lo tanto, la solicitud de eutanasia no es un criterio de complejidad paliativa, que justifique la intervención de un equipo específico.
Basándose en un trabajo de 2015, el citado Plan define:
- Una situación es no compleja o de baja complejidad cuando la enfermedad, a pesar de estar muy evolucionada, presenta síntomas y necesidades de atención estables, o los síntomas son bien controlados por profesionales con competencias básicas o generales en cuidados paliativos; no requiriendo procedimientos, materiales o fármacos de difícil manejo, ni existiendo otros factores que aumenten la complejidad de la situación.
- Se considera que una situación es compleja, media y alta complejidad, cuando la enfermedad está, generalmente, muy evolucionada, con síntomas inestables y de difícil control, y necesidades de atención frecuente que requieren la intervención de profesionales con formación especializada y experiencia en cuidados paliativos.
En resumen, la Ley obliga a informar, colocando en el mismo nivel los CP y las prestaciones por dependencia. Pero no obliga a la persona solicitante a ser asistida por un equipo específico de CP.
Aunque algunos se arrogen la exclusividad del conocimiento, “una cosa son los paliativos y otra los de paliativos”. Cualquier equipo asistencial (médica y enfermera), puede garantizar unos “cuidados paliativos integrales”, y valorar si se consultaa a un equipo específico de CP. Obviamente, respetando la autonomía del paciente y su derecho a elegir entre opciones clínicas y a rechazar un tratamiento. Es decir, que una vez que la persona conoce los CP, es ella la que decide si recurre a un equipo específico de CP que, dicho sea de paso, en teoría ni adelantará, ni retrasará su muerte, o sigue adelante con su solicitud.
Si no quiere poner un paliativista en su vida, está su derecho. Actuemos con respeto y responsabilidad.