En agosto de 2022, Eva, la hija de Elena y su representante en el Testamento Vital, solicitó que se respetara la voluntad anticipada de su madre de morir mediante una eutanasia. La Comisión de Garantía y Evaluación de Asturias le negó su derecho. Así se mencionó en este blog en octubre de 2022 en el post Demencia y eutanasia: la pérdida de dignidad es sufrimiento.
Ahora Eva tiene la generosidad de contarnos el final de la historia en un medio de comunicación. Al rechazar su solicitud de eutanasia, a Elena le impusieron una vida que no deseaba vivir. "No se consideraba que mi madre tuviera un sufrimiento insoportable, constante y sin posibilidad de alivio". "¿El sufrimiento lo tiene que observar el médico o es el que tú dices en tu testamento?", se pregunta Eva, para quien la respuesta está clara: "lo que diga el enfermo o su representante". La Comisión de Garantía y Evaluación (CGE) le dijo que cuando empeorara lo volviera a pedir. Como si fuera tan fácil.
"Empezó a caer en picado". Le daban cada vez dosis superiores de antipsicóticos, y ha sufrido muchísimo. "Me negué a que la ataran porque estas personas lo que necesitan es deambular… Ha sido una pesadilla, desde que lo pedimos la primera vez ha sido un año infernal para ella. Pasó a no poder caminar, a pesar 35 kilos, a tener alucinaciones, delirios y agitación constantes, a llegar a ese sufrimiento terrible al que nadie se merece llegar". Para Eva la residencia se convirtió en "el sitio de los horrores". Aquellos meses se metía en la cama con su madre a llorar, intentando explicarle que no podía cumplir con su voluntad. "Me parece una crueldad lo que nos ha pasado. Una muerte digna es cuando tienes una enfermedad incurable poder ahorrarte la fase final, ¿si no de qué sirve? La muerte que tuvo mi madre no fue digna, pedí paliativos en la residencia dos horas antes y ni se los dieron", implora su hija.
Volvió a solicitar la eutanasia, pero por la lentitud de los trámites, llegó tarde. "A mi madre le ha matado el avance de la enfermedad y el maltrato institucional". "Me ha dolido más la falta de cuidados médicos y asistenciales que la enfermedad en sí misma. El Alzhéimer precoz es muy duro, pero más duro es que exista una ley a la que no puedas recurrir, que todo sean trabas y que en tu proceso de enfermedad la asistencia sea mediocre o incluso mala".
¡Qué desastre!. Esperemos que la CGE haya aprendido la lección y sepa interpretar la Ley sin tantos prejuicios, respetando la voluntad de cada persona. Que para eso es.
Ahora Eva tiene la generosidad de contarnos el final de la historia en un medio de comunicación. Al rechazar su solicitud de eutanasia, a Elena le impusieron una vida que no deseaba vivir. "No se consideraba que mi madre tuviera un sufrimiento insoportable, constante y sin posibilidad de alivio". "¿El sufrimiento lo tiene que observar el médico o es el que tú dices en tu testamento?", se pregunta Eva, para quien la respuesta está clara: "lo que diga el enfermo o su representante". La Comisión de Garantía y Evaluación (CGE) le dijo que cuando empeorara lo volviera a pedir. Como si fuera tan fácil.
"Empezó a caer en picado". Le daban cada vez dosis superiores de antipsicóticos, y ha sufrido muchísimo. "Me negué a que la ataran porque estas personas lo que necesitan es deambular… Ha sido una pesadilla, desde que lo pedimos la primera vez ha sido un año infernal para ella. Pasó a no poder caminar, a pesar 35 kilos, a tener alucinaciones, delirios y agitación constantes, a llegar a ese sufrimiento terrible al que nadie se merece llegar". Para Eva la residencia se convirtió en "el sitio de los horrores". Aquellos meses se metía en la cama con su madre a llorar, intentando explicarle que no podía cumplir con su voluntad. "Me parece una crueldad lo que nos ha pasado. Una muerte digna es cuando tienes una enfermedad incurable poder ahorrarte la fase final, ¿si no de qué sirve? La muerte que tuvo mi madre no fue digna, pedí paliativos en la residencia dos horas antes y ni se los dieron", implora su hija.
Volvió a solicitar la eutanasia, pero por la lentitud de los trámites, llegó tarde. "A mi madre le ha matado el avance de la enfermedad y el maltrato institucional". "Me ha dolido más la falta de cuidados médicos y asistenciales que la enfermedad en sí misma. El Alzhéimer precoz es muy duro, pero más duro es que exista una ley a la que no puedas recurrir, que todo sean trabas y que en tu proceso de enfermedad la asistencia sea mediocre o incluso mala".
¡Qué desastre!. Esperemos que la CGE haya aprendido la lección y sepa interpretar la Ley sin tantos prejuicios, respetando la voluntad de cada persona. Que para eso es.