Tres médicos (equipo CESCA) con muuucha experiencia publican el artículo: El sufrimiento humano es muchas veces inescrutable, y para ser creído no tiene porqué adaptarse a la simplicidad de la ciencia médica. Se refieren al daño que la medicina provoca en las personas con Covid persistente cuando se muestra indiferente o incluso niega la existencia de su sufrimiento. Igual que cuando, sin ninguna vergüenza, ni pudor, se comente la alevosía de afirmar que una persona que ha solicitado ayuda para morir no sufre lo bastante para cumplir la Ley de eutanasia. Así estamos. En fin. Resumo:
1) No hay dos personas iguales, ni dos consultas iguales, ni siquiera con la misma persona. Esto es un aprender continuo de muchas cosas que no vienen en los libros. El sufrimiento es personal e intransferible (algo repetido en este blog) y no siempre tiene plausabilidad científica (lo diga un tribunal, Agamenon o su porquero).
2) A veces el sufrimiento puede ser inescrutable, muy difícil de expresar, explorar y comprender.
Open your mind: abre tu mente a la metáfora, a los gestos, a los silencios… Escucha la mirada, el dolor del deterioro, el sentido propio de la vida, de la dignidad, de la coherencia biográfica… (la pérdida de dgnidad es sufrimiento).
3) Los médicos son testigos, no jueces. Su tarea es dar testimonio del sufrimiento. No es la persona que solicita ayuda la que tiene que adaptarse a lo “esperable” (como las definiciones requisitos de la Ley de eutanasia), sino la profesional quien debe aceptar la variabilidad humana. Respetemos su relato, sus preferencias y sus valores. También su voluntad de morir.
4) ¿Por qué no es fácil encontrar el médico adecuado para tratar el Covid persistente (o para tramitar la eutanasia)? Porque necesitamos otra actitud, de testigo, no de juez. Sin confianza no existe una relación médica sana. Es imprescindible creer a los pacientes, que son los expertos en su sufrimiento, los que conocen y dan sentido a sus experiencias vitales. ”Se trata de escuchar, de dar testimonio, de ayudar a poner el sufrimiento en su contexto (en su mundo) y de proponer alternativas reparadoras que sean aceptables en ese momento y para esa persona”.
Texto original de de Juan Gérvas, Mercedes Pérez-Fernández y Esperanza Martín Correa.
1) No hay dos personas iguales, ni dos consultas iguales, ni siquiera con la misma persona. Esto es un aprender continuo de muchas cosas que no vienen en los libros. El sufrimiento es personal e intransferible (algo repetido en este blog) y no siempre tiene plausabilidad científica (lo diga un tribunal, Agamenon o su porquero).
2) A veces el sufrimiento puede ser inescrutable, muy difícil de expresar, explorar y comprender.
Open your mind: abre tu mente a la metáfora, a los gestos, a los silencios… Escucha la mirada, el dolor del deterioro, el sentido propio de la vida, de la dignidad, de la coherencia biográfica… (la pérdida de dgnidad es sufrimiento).
3) Los médicos son testigos, no jueces. Su tarea es dar testimonio del sufrimiento. No es la persona que solicita ayuda la que tiene que adaptarse a lo “esperable” (como las definiciones requisitos de la Ley de eutanasia), sino la profesional quien debe aceptar la variabilidad humana. Respetemos su relato, sus preferencias y sus valores. También su voluntad de morir.
4) ¿Por qué no es fácil encontrar el médico adecuado para tratar el Covid persistente (o para tramitar la eutanasia)? Porque necesitamos otra actitud, de testigo, no de juez. Sin confianza no existe una relación médica sana. Es imprescindible creer a los pacientes, que son los expertos en su sufrimiento, los que conocen y dan sentido a sus experiencias vitales. ”Se trata de escuchar, de dar testimonio, de ayudar a poner el sufrimiento en su contexto (en su mundo) y de proponer alternativas reparadoras que sean aceptables en ese momento y para esa persona”.
Texto original de de Juan Gérvas, Mercedes Pérez-Fernández y Esperanza Martín Correa.