Lamentablemente, el fiasco de los fármacos contra el Alzheimer (2018) continua, con los fármacos ya conocidos y con los nuevos.
Lo cuentan muy bien Mercedes Pérez-Fernández y Juan Gérvas en su artículo “Hay tratamiento para el Alzheimer, pero no con medicamentos”, publicado en el blog (imprescindible) de Juan Simó Salud, dinero y atención primaria, del que resumo lo siguiente.
No sabemos a qué se debe el Alzheimer. Hay hipótesis, como la acumulación en el cerebro de placas de la proteína beta amiloide, y la formación de ovillos neurofibrilares de proteína y “placas amiloides” que trastornan el funcionamiento del cerebro. Sin embargo, estas placas amiloides, que se ven hasta en el 30% de los ancianos sanos sin demencia, no son suficientes para producir la enfermedad.
La prevención del Alzheimer es un mito, porque ningún fármaco es capaz de evitar la aparición o la progesión de la demencia. Y el diagnóstico precoz puede ser un mal en sí mismo. ¿Y qué hacemos? Para empezar, nuestro testamento vital. Pero sobre todo, vivir y tratar de amar y ser felices.
Lo cuentan muy bien Mercedes Pérez-Fernández y Juan Gérvas en su artículo “Hay tratamiento para el Alzheimer, pero no con medicamentos”, publicado en el blog (imprescindible) de Juan Simó Salud, dinero y atención primaria, del que resumo lo siguiente.
No sabemos a qué se debe el Alzheimer. Hay hipótesis, como la acumulación en el cerebro de placas de la proteína beta amiloide, y la formación de ovillos neurofibrilares de proteína y “placas amiloides” que trastornan el funcionamiento del cerebro. Sin embargo, estas placas amiloides, que se ven hasta en el 30% de los ancianos sanos sin demencia, no son suficientes para producir la enfermedad.
La prevención del Alzheimer es un mito, porque ningún fármaco es capaz de evitar la aparición o la progesión de la demencia. Y el diagnóstico precoz puede ser un mal en sí mismo. ¿Y qué hacemos? Para empezar, nuestro testamento vital. Pero sobre todo, vivir y tratar de amar y ser felices.
En 2021 se aprobó en Estados Unidos aducanumab (Aduhelm®, de Biogen), un anticuerpo monoclonal de uso intravenoso (mensual, con un coste de 50.000 € al año), que disminuye el número y tamaño de las placas amiloides, pero no mejora la demencia. Salió al mercado en enero de 2024, sin que se aprobara en Canadá, ni en la Unión Europea. Luego salieron otros dos: donanemab (que elimina mejor las placas amiloides que aducanumab) y lecanemab (Leqembi ®), aprobado en Estados Unidos en 2023 (también anticuerpos monoclonales).
Las personas tratadas con aducanumab no tienen mejor calidad de vida y se exponen a efectos secundarios, como dolor de cabeza, fiebre, vómitos, caídas, diarrea, confusión mental, etc. Antes del inicio del tratamiento se precisa una resonancia magnética nuclear (RMN) o tomografía por emisión de positrones para confirmar la presencia de placas amiloides, y la ausencia de otros problemas como edema cerebral. Los pacientes requerían seguimiento con frecuentes RMN, pues el 35% desarrollaban edema cerebral y el 19% microhemorragias. Por eso la empresa dejó de comercializarlo en 2022 y lo retiró totalmente en enero de 2024. La misma línea de pensamiento y propaganda han seguido otros dos anticuerpos monoclonales que “disminuyen las placas de amiloides”. Lecanemab (Leqembi ®), aprobado en Estados Unidos, China y Japón, pero no en la Unión Europea, y donanemab, que se espera en 2024.
La industria trata de vender estos medicamentos invirtiendo mucho dinero en publicitar dos ideas: evitar que el deterioro cognitivo asociado a la edad progrese a demencia, y dos, el mito del “diagnóstico precoz” del Alzheimer. Sobre esto es interesante releer la entrada Sobre la banalidad del mal y el asedio compasivo, publicado en 2016 sobre un artículo de MªJesús Buxó y Mª Casado.
Ni la prevención con fármacos, ni el diagnóstico precoz del Alzheimer tienen sentido, porque los medicamentos no son capaces de cambiar el proceso del deterioro de la demencia tipo Alzheimer. Tanto los inhibidores de la acetilcolinesterasa (donepezil, galantamina y rivastigmina), como el antagonista de los receptores de la NMDA (memantina), tienen una efectividad marginal. Por eso se dejaron de financiar en Francia y en España debería hacerse lo mismo.
“¿Entonces?”, se preguntan Mercedes y Juan. “Entonces, alegría, actividad física apropiada, apoyo familiar, buenos alimentos, cariño, compañía, contacto piel con piel con tacto, cortesía, estimulación cognitiva, higiene, masajes, música, optimismo, paciencia, piedad, rehabilitación, soporte y ayuda a los cuidadores y ternura”.
“Y para evitar el Alzheimer, ¿qué podemos hacer?” “Lo mejor, ser feliz y disfrutar de cada instante vital. Si es posible, disfrutar del máximo nivel de educación formal. Y, en todo caso, mantener la actividad intelectual todo lo que se pueda, desde lectura a asistencia a conferencias y conciertos, desde jugar a las cartas a declamar poesía”.
Las personas tratadas con aducanumab no tienen mejor calidad de vida y se exponen a efectos secundarios, como dolor de cabeza, fiebre, vómitos, caídas, diarrea, confusión mental, etc. Antes del inicio del tratamiento se precisa una resonancia magnética nuclear (RMN) o tomografía por emisión de positrones para confirmar la presencia de placas amiloides, y la ausencia de otros problemas como edema cerebral. Los pacientes requerían seguimiento con frecuentes RMN, pues el 35% desarrollaban edema cerebral y el 19% microhemorragias. Por eso la empresa dejó de comercializarlo en 2022 y lo retiró totalmente en enero de 2024. La misma línea de pensamiento y propaganda han seguido otros dos anticuerpos monoclonales que “disminuyen las placas de amiloides”. Lecanemab (Leqembi ®), aprobado en Estados Unidos, China y Japón, pero no en la Unión Europea, y donanemab, que se espera en 2024.
La industria trata de vender estos medicamentos invirtiendo mucho dinero en publicitar dos ideas: evitar que el deterioro cognitivo asociado a la edad progrese a demencia, y dos, el mito del “diagnóstico precoz” del Alzheimer. Sobre esto es interesante releer la entrada Sobre la banalidad del mal y el asedio compasivo, publicado en 2016 sobre un artículo de MªJesús Buxó y Mª Casado.
Ni la prevención con fármacos, ni el diagnóstico precoz del Alzheimer tienen sentido, porque los medicamentos no son capaces de cambiar el proceso del deterioro de la demencia tipo Alzheimer. Tanto los inhibidores de la acetilcolinesterasa (donepezil, galantamina y rivastigmina), como el antagonista de los receptores de la NMDA (memantina), tienen una efectividad marginal. Por eso se dejaron de financiar en Francia y en España debería hacerse lo mismo.
“¿Entonces?”, se preguntan Mercedes y Juan. “Entonces, alegría, actividad física apropiada, apoyo familiar, buenos alimentos, cariño, compañía, contacto piel con piel con tacto, cortesía, estimulación cognitiva, higiene, masajes, música, optimismo, paciencia, piedad, rehabilitación, soporte y ayuda a los cuidadores y ternura”.
“Y para evitar el Alzheimer, ¿qué podemos hacer?” “Lo mejor, ser feliz y disfrutar de cada instante vital. Si es posible, disfrutar del máximo nivel de educación formal. Y, en todo caso, mantener la actividad intelectual todo lo que se pueda, desde lectura a asistencia a conferencias y conciertos, desde jugar a las cartas a declamar poesía”.