- Si tengo Covid, ¿voy a morir?
- Si voy al hospital, ¿acabaré en una UCI?
- ¿Me puedo negar?
- Si lo hago, ¿moriré sola?
- ¿Podré morir en casa?
Unas, son personas a las que les gustaría morir “a su manera”, según sus propios valores, comunes para la inmensa mayoría de la gente: morir sin sufrir, donde ella elija, en casa, en una residencia o en el hospital, en compañía de personas queridas, asistidas por profesionales respetuosos con su dignidad y su voluntad.
A otras, a las personas que no se hacen estas preguntas (“negadoras”), quizá les sorprendan o les desagraden. No se creen inmortales, pero prefieren no pensar en la muerte y dejarse llevar: “el médico ya hará lo que tenga que hacer”…
En el otro sentido, la dignidad del ser humano es inmutable, y por lo tanto nunca se pierde. Las personas que lo viven así, también desean una buena muerte, algunas también se resignan o desearían morirse, pero jamás considerarán la opción de adelantarla de forma voluntaria.
Porque nadie desea sufrir innecesariamente, para morir bien, necesitamos acabar con el tabú y con la negación, abrir esa cortina que no nos deja ver con claridad nuestro final. El testamento vital (TV) es una magnífica herramienta para eso, pero las CCAA tienen que promoverlo como se merece. En la pandemia del Covid, el TV aparece en todas las guías de toma de decisiones. Podría haber evitado muchos conflictos, y mucho dolor, pero en el estado español solo 7 de cada mil personas lo ha registrado. No porque la gente tenga miedo de hablar de la muerte. La mayoría, cuando lo conoce, se muestra interesada. No es más frecuente porque todavía, a pesar de las diez leyes de muerte digna aprobadas en CCAA, muchos profesionales ignoran lo que es y se exigen unos trámites burocráticos que complican otorgarlo.
La eutanasia también impacta contra el nivel de flotación del tabú, porque genera un debate social que provoca la reflexión personal, abriendo esa cortina que nos impide ver y pensar la muerte. Su finalidad no es esa, sino garantizar derechos individuales, aumentar la libertad de las personas para decidir cómo finalizar su vida, según su propio concepto de dignidad, sufrimiento, sentido, etc. Acabar con el tabú es un regalo de la muerte asistida a toda la sociedad, aunque solo unos miles de personas ejerzan cada año su derecho a morir.
Todo esto para decir que la eutanasia, el testamento vital, o las Covidecisiones no deberían preocupar a nadie. ¡Ojalá que no te veas en esa tesitura de desear adelantar tu muerte! ¡Ojalá nunca enfermes de coronavirus! Pero, por si acaso, es bueno que tomes conciencia de nuestra naturaleza y que pienses cómo te gustaría morir.
A diferencia de otras situaciones difíciles mucho más frecuentes, como una enfermedad degenerativa avanzada o un cáncer terminal, la Covid-19 es más desconcertante, porque tiene dos características que complican la toma de decisiones:
- No es irreversible. En la mayoría es tan leve que no requiere ir al hospital, pero en personas mayores de 60 años con otras enfermedades, tras una semana de fiebre, en 24 o 48 horas se puede complicar con una neumonía.
- Puede ser mortal. Si la enfermedad se agrava, a falta de un tratamiento específico, el objetivo es mejorar la ventilación con oxígeno en una planta del hospital o, en el peor de los casos, con un ingreso en UCI (ventilación mecánica). Desgraciadamente, el pronóstico es malo. En un estudio en Reino Unido, el 31% de las personas que ingresaron por Covid fallecieron en planta; un 17% fueron trasladadas a la UCI, de las cuales el 53% de las que recibieron ventilación mecánica falleció (el 27% seguía ingresada).
Si enfermas por Covid, ¿Qué quieres hacer?
Si te vas al hospital, te arriesgas a morir en la planta o en una UCI, pero quizá te cures del Covid y salgas vivo del hospital. Difícil decisión, tanto como el futuro, que dependerá de la resistencia de tu cuerpo y de hasta dónde estés dispuesto a aguantar, es decir, de tu estado de salud, tus valores y tu forma de estar en el mundo. ¿Qué puede pasar?
- Ingresas en el hospital y te ponen oxígeno. En ese caso intenta aguantar todo lo posible en la planta, dándole tiempo (oxígeno) a los pulmones para que se recuperen y te permitan superar la enfermedad. Te curas y te vas a casa: ¡estupendo! O...
- Tu enfermedad se agrava (baja la saturación de oxígeno): tienes dos opciones:
- Ingresas en UCI: Si no dices lo contrario y cumples los requisitos, te sedarán (dejarás de estar consciente) y te conectarán a un respirador. Desgraciadamente, en los casos Covid-19, para personas mayores con otras enfermedades crónicas, la UCI es la antesala de la muerte.
- Solicitas que alivien tu sufrimiento con un enfoque paliativo, permitan el acompañamiento de alguna persona y te garanticen una buena muerte (dormida, si así lo deseas). A pesar de las medidas de aislamiento, una vez superada la etapa del tsunami inicial, cada vez se está permitiendo en más lugares el acompañamiento. Aquí tienes una lista de los protocolos aprobados.
¿Me garantizan una buena muerte en el hospital? No, esto no ha cambiado con el Covid. Depende del médico/a que te toque. Lamentablemente, la asistencia del proceso de morir todavía es muy arbitraria. Tal y como se ha comentado en este blog, los testimonios son desgarradores, tanto en UCI, como en planta o incluso en paliativos, con sedaciones mal hechas e indiferencia con el sufrimiento al final de la vida.
Por eso es importante que, si tienes clara tu voluntad, la expreses. Si tienes un testamento vital (TV) házlo saber para que lo anoten en tu historia y advierte a tu representante de tu situación. Si has firmado una manifestación de voluntad sobre el Covid-19, no habrá lugar a dudas sobre tus deseos. Si aún no has firmado tu TV, pregunta si puedes hacerlo en el Servicio de Atención al Paciente (posible en algunas CCAA).
Aun así, puedes tener la mala suerte de tropezar con un profesional “talibán” que considere que la opción paliativa es un fracaso, que confunda la sedación con la eutanasia y el rechazo de tratamiento con el suicidio. Hace 15 años, una parte importante de la profesión sanitaria contempló con indiferencia cómo se linchaba al doctor Luis Montes, a su equipo y a los compañeros del hospital que le apoyaron, por una denuncia falsa sobre sedaciones en el Servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés. Si morir bien fuera un valor social, jamás se habría producido semejante bestialidad. Algunos de los que contribuyeron a construir la infamia Esperanza Aguirre- Lamela (ambos actualmente acusados por corrupción), siguen ahí, en política, en la gestión o, peor aún, a la cabecera de la cama de sus pacientes. Después de aquello se redujeron las sedaciones, no solo en Madrid, existiendo una gran confusión e inseguridad en los profesionales.
¿A qué viene esto? De aquellos polvos, estos lodos. No sólo respecto a la criminalización de la sedación, asociada de forma errónea con la agonía, sino sobre todo, a la voladura controlada del sistema público de salud iniciada por entonces.
El trauma se superó, estamos mejor, pero aún demasiadas personas mueren mal en los hospitales. Desgraciadamente, si quieres que se respete tu voluntad, es posible que tú o tu representante os veáis obligados a exigir que se respeten tus derechos: a elegir entre opciones clínicas, al alivio del sufrimiento y a morir acompañado.
La Guía de Covidecisiones contempla otras opciones: morir en casa o morir en una residencia de mayores.
Continuará...