Lo que deberías saber antes de necesitar un respirador, así se titula el artículo publicado en el New York Times, que empieza así: "me rompe el corazón que los enfermos graves no sepan a qué situaciones desesperadas se enfrentan."
Como se mencionaba en la anterior entrada (¿Y si la muerte no fuera tabú?), la pandemia del Covid ha situado a la muerte fuera de contexto, con una difusión de datos agobiante que, en lugar de aportar seguridad, y calmar los ánimos, han aumentado la angustia de la gente. Un ejemplo ha sido el asunto de las camas de UCI, colocado durante muchos días en el foco de información.
“Se llama soporte vital por una razón; nos da tiempo. Los ventiladores mantienen el oxígeno en el cerebro, el corazón y los riñones. Todo mientras esperamos que la infección se alivie, y los pulmones comiencen a mejorar. No pueden reparar el terrible daño que el virus está causando, y si el virus estalla, los pulmones se volverán aún más rígidos. "Siento que estoy tratando de ventilar ladrillos en lugar de pulmones", decía un médico de la UCI sobre los pacientes de Covid-19.”
“Con frecuencia, ni siquiera la tecnología más moderna es suficiente y el cuerpo comienza a colapsar. La muerte, aunque indolora, no es menos definitiva. Algunos de los que salen de la UCI mueren a los pocos días. Los que salen vivos del hospital, tienen una recuperación que puede durar meses o años. La sedación durante semanas puede dañar los músculos y los nervios, lo que dificulta que caminen, se muevan o incluso piensen tan bien como lo hacían antes de enfermarse. Muchos pasan la mayor parte de su tiempo de recuperación en un centro de rehabilitación, y los pacientes mayores a menudo nunca se van a casa. Viven los días atados a la cama, con mayor riesgo de infecciones recurrentes y reingresos en el hospital.”
"Si piensas en las cosas que se usan para torturar, experimentarás la mayoría de ellas en cuidados intensivos: la traumática recuperación tras estar en la UCI por covid-19”. Así de rotundo es otro artículo, publicado por la BBC (este en castellano) que presenta idéntico panorama, citando dos estudios de enfermos Covid en UCIs, con una mortalidad del 67% en Reino Unido y el 86% en China. Según otro blog profesional (de fiar): “La mortalidad de un anciano mayor de 80 años con comorbilidades que requiere UCI es cercana al 100%, tras una estancia normalmente prolongada”. Todo ello sin contar con la hipótesis del posible daño neurológico del Covid.
En otro artículo reciente se citan dos estudios de Nueva York en los que "casi todos" en uno, y el 97% en el otro, de los mayores de 65 años con ventilación mecánica fallecieron. A veces, la longevidad no es la principal prioridad para las personas mayores, comenta un médico, que se pregunta ¿cómo será la vida si sobreviven? En la época pre-Covid, después de 14 días de estar enchufado a un respirador, sólo el 20% de mayores se fue a casa. El resto, a una residencia, de la que solo algunos pudieron volver más tarde a casa.
"Si no deja claros sus deseos, el sistema toma el control”. A la familia le traumatiza tomar decisiones que nunca hablaron con la persona que está gravemente enferma. Por eso es fundamental firmar el testamento vital o, al menos, la manifestación de voluntad que propone DMD. En último caso, dice el médico, "hazte un selfie con tu teléfono móvil, explica tus deseos y envíaselo a tus parientes y amigos".
“Estos datos hay que cogerlos con pinzas”, pero el pronóstico es el que es, sobrecogedor. En condiciones normales, la mortalidad en UCI ronda el 30%, llegando al 50% en mayores de 75 años con ventilación mecánica por neumonía. Las cifras varían según la selección de los pacientes, el famoso triaje, que consiste en ingresar a los que se sobrevivirán en unas condiciones mínimas de calidad de vida. No ingresar en UCI a una persona por su mal pronóstico (datos objetivos), no es hacer un juicio sobre el valor de su vida, ni una discriminación por edad, sino una decisión responsable, que trata de evitar el sufrimiento inútil y hacer un uso justo de los recursos. Es de sentido común, pero durante la Covid-infoxicación se han escuchado sobre el triaje estupideces mayúsculas, incluso desde el ámbito profesional.
Si para una mayoría de enfermos Covid-19, la UCI es la antesala de la muerte, ¿por qué los respiradores han sido como un talismán, un fetiche que nos salvaría del Coronavirus? Porque, como no soportamos mirar a la muerte, tratamos de escabullirnos. Por ejemplo, con la idea de que la salud es un bien de consumo (que como tal, tiende al infinito), en una sociedad seducida por el espejismo de una medicina todopoderosa. Profesionalmente, con el imperativo tecnológico y el encarnizamiento terapéutico (una práctica habitual en UCIs, oncología, cirugía, radioterapia, etc.), demasiados actos médicos que no mejoran la calidad, y a veces ni siquiera la cantidad de vida de las personas. Esta agresividad injustificada de la medicina se ha señalado en este blog muchas veces (p. ej. : bioética en UCIs).
Desde este lugar, una especie de limbo de recursos (y sufrimiento) ilimitados y de negación de la muerte, se comprende la frustración de profesionales y familias, al no disponer de camas de UCI para todos. La presión ha sido enorme, en medio del tsunami es imposible reflexionar. Quizás alguna persona más podría haber sobrevivido, pero también es verdad que quizás esa falta de respiradores ha evitado un enorme sufrimiento a esa mayoría de personas para las que la UCI solo era la antesala de la muerte. Solo desde ese lugar, se explica por qué morir bien no es, todavía, un objetivo de la medicina y permitimos que las personas mueran en soledad.
En otro artículo, un médico intensivista compara el frenesí por los respiradores con la compra compulsiva de papel higiénico a principios de la pandemia, motivada por el pánico. Sin un tratamiento eficaz para el Covid-19, y con un pronóstico tan sombrío, la ventilación mecánica puede ser un puente a ninguna parte, que quizá esté provocando más daño que beneficio. "Todo médico de cuidados críticos admitirá que a veces ventilamos a las personas más por deseo, desesperación o miedo a una demanda, que por una esperanza de recuperación basada científicamente".
Para evitar el colapso de las UCIs, una medida es aumentar el número de camas, tal y como se ha hecho. Otra, es preguntar a cada persona si, en el caso de cumplir los requisitos, desea ingresar en UCI. Porque para poder decidir, es fundamental saber que diría cada persona, a ser posible que ella misma decida en libertad hasta dónde desea llegar, según sus valores y su concepto de dignidad, en ese momento o de forma anticipada en su testamento vital. Para facilitar la reflexión, la Asociación DMD ha enviado a sus socias la Guía Covidecisiones, decisiones la final de la vida en tiempos de pandemia, con una manifestación de voluntad que complementa el testamento vital o, si aún no se ha firmado, deja claro estas decisiones.
¡Ojalá que nadie tuviera que utilizarla! ¡Ya! Pero si no es por Covid, será por otra cosa. No podemos seguir haciéndonos tramnpas al solitario, instaladas en el tabú, la negación absurda del “nadie debería morir” ("¡todas a la UCI!"). Aprendamos de esta pandemia y actuemos para que, la próxima vez que sintamos nuestra vida amenazada, estemos preparadas. Todas las personas moriremos, porque esa es nuestra naturaleza. Es normal que tengamos miedo o respeto, pero dejemos de escondernos detrás de unas máquinas. Aprendamos pues, a morir bien.
“Se llama soporte vital por una razón; nos da tiempo. Los ventiladores mantienen el oxígeno en el cerebro, el corazón y los riñones. Todo mientras esperamos que la infección se alivie, y los pulmones comiencen a mejorar. No pueden reparar el terrible daño que el virus está causando, y si el virus estalla, los pulmones se volverán aún más rígidos. "Siento que estoy tratando de ventilar ladrillos en lugar de pulmones", decía un médico de la UCI sobre los pacientes de Covid-19.”
“Con frecuencia, ni siquiera la tecnología más moderna es suficiente y el cuerpo comienza a colapsar. La muerte, aunque indolora, no es menos definitiva. Algunos de los que salen de la UCI mueren a los pocos días. Los que salen vivos del hospital, tienen una recuperación que puede durar meses o años. La sedación durante semanas puede dañar los músculos y los nervios, lo que dificulta que caminen, se muevan o incluso piensen tan bien como lo hacían antes de enfermarse. Muchos pasan la mayor parte de su tiempo de recuperación en un centro de rehabilitación, y los pacientes mayores a menudo nunca se van a casa. Viven los días atados a la cama, con mayor riesgo de infecciones recurrentes y reingresos en el hospital.”
"Si piensas en las cosas que se usan para torturar, experimentarás la mayoría de ellas en cuidados intensivos: la traumática recuperación tras estar en la UCI por covid-19”. Así de rotundo es otro artículo, publicado por la BBC (este en castellano) que presenta idéntico panorama, citando dos estudios de enfermos Covid en UCIs, con una mortalidad del 67% en Reino Unido y el 86% en China. Según otro blog profesional (de fiar): “La mortalidad de un anciano mayor de 80 años con comorbilidades que requiere UCI es cercana al 100%, tras una estancia normalmente prolongada”. Todo ello sin contar con la hipótesis del posible daño neurológico del Covid.
En otro artículo reciente se citan dos estudios de Nueva York en los que "casi todos" en uno, y el 97% en el otro, de los mayores de 65 años con ventilación mecánica fallecieron. A veces, la longevidad no es la principal prioridad para las personas mayores, comenta un médico, que se pregunta ¿cómo será la vida si sobreviven? En la época pre-Covid, después de 14 días de estar enchufado a un respirador, sólo el 20% de mayores se fue a casa. El resto, a una residencia, de la que solo algunos pudieron volver más tarde a casa.
"Si no deja claros sus deseos, el sistema toma el control”. A la familia le traumatiza tomar decisiones que nunca hablaron con la persona que está gravemente enferma. Por eso es fundamental firmar el testamento vital o, al menos, la manifestación de voluntad que propone DMD. En último caso, dice el médico, "hazte un selfie con tu teléfono móvil, explica tus deseos y envíaselo a tus parientes y amigos".
“Estos datos hay que cogerlos con pinzas”, pero el pronóstico es el que es, sobrecogedor. En condiciones normales, la mortalidad en UCI ronda el 30%, llegando al 50% en mayores de 75 años con ventilación mecánica por neumonía. Las cifras varían según la selección de los pacientes, el famoso triaje, que consiste en ingresar a los que se sobrevivirán en unas condiciones mínimas de calidad de vida. No ingresar en UCI a una persona por su mal pronóstico (datos objetivos), no es hacer un juicio sobre el valor de su vida, ni una discriminación por edad, sino una decisión responsable, que trata de evitar el sufrimiento inútil y hacer un uso justo de los recursos. Es de sentido común, pero durante la Covid-infoxicación se han escuchado sobre el triaje estupideces mayúsculas, incluso desde el ámbito profesional.
Si para una mayoría de enfermos Covid-19, la UCI es la antesala de la muerte, ¿por qué los respiradores han sido como un talismán, un fetiche que nos salvaría del Coronavirus? Porque, como no soportamos mirar a la muerte, tratamos de escabullirnos. Por ejemplo, con la idea de que la salud es un bien de consumo (que como tal, tiende al infinito), en una sociedad seducida por el espejismo de una medicina todopoderosa. Profesionalmente, con el imperativo tecnológico y el encarnizamiento terapéutico (una práctica habitual en UCIs, oncología, cirugía, radioterapia, etc.), demasiados actos médicos que no mejoran la calidad, y a veces ni siquiera la cantidad de vida de las personas. Esta agresividad injustificada de la medicina se ha señalado en este blog muchas veces (p. ej. : bioética en UCIs).
Desde este lugar, una especie de limbo de recursos (y sufrimiento) ilimitados y de negación de la muerte, se comprende la frustración de profesionales y familias, al no disponer de camas de UCI para todos. La presión ha sido enorme, en medio del tsunami es imposible reflexionar. Quizás alguna persona más podría haber sobrevivido, pero también es verdad que quizás esa falta de respiradores ha evitado un enorme sufrimiento a esa mayoría de personas para las que la UCI solo era la antesala de la muerte. Solo desde ese lugar, se explica por qué morir bien no es, todavía, un objetivo de la medicina y permitimos que las personas mueran en soledad.
En otro artículo, un médico intensivista compara el frenesí por los respiradores con la compra compulsiva de papel higiénico a principios de la pandemia, motivada por el pánico. Sin un tratamiento eficaz para el Covid-19, y con un pronóstico tan sombrío, la ventilación mecánica puede ser un puente a ninguna parte, que quizá esté provocando más daño que beneficio. "Todo médico de cuidados críticos admitirá que a veces ventilamos a las personas más por deseo, desesperación o miedo a una demanda, que por una esperanza de recuperación basada científicamente".
Para evitar el colapso de las UCIs, una medida es aumentar el número de camas, tal y como se ha hecho. Otra, es preguntar a cada persona si, en el caso de cumplir los requisitos, desea ingresar en UCI. Porque para poder decidir, es fundamental saber que diría cada persona, a ser posible que ella misma decida en libertad hasta dónde desea llegar, según sus valores y su concepto de dignidad, en ese momento o de forma anticipada en su testamento vital. Para facilitar la reflexión, la Asociación DMD ha enviado a sus socias la Guía Covidecisiones, decisiones la final de la vida en tiempos de pandemia, con una manifestación de voluntad que complementa el testamento vital o, si aún no se ha firmado, deja claro estas decisiones.
¡Ojalá que nadie tuviera que utilizarla! ¡Ya! Pero si no es por Covid, será por otra cosa. No podemos seguir haciéndonos tramnpas al solitario, instaladas en el tabú, la negación absurda del “nadie debería morir” ("¡todas a la UCI!"). Aprendamos de esta pandemia y actuemos para que, la próxima vez que sintamos nuestra vida amenazada, estemos preparadas. Todas las personas moriremos, porque esa es nuestra naturaleza. Es normal que tengamos miedo o respeto, pero dejemos de escondernos detrás de unas máquinas. Aprendamos pues, a morir bien.