María Antonia estaba "sin posibilidad de recuperación ni tratamiento". Comatosa, apenas respondía a los estímulos. Un infarto cerebral masivo la llevó el pasado 25 de noviembre a un hospital público, donde estuvo así días, sin apenas reaccionar, con los ojos abiertos pero sin hablar ni moverse. Tenía demencia senil y otras complicaciones. Su médico no le daba esperanzas de mejoría, pero insistió, en contra de la voluntad de la familia, en alimentarla artificialmente. Y la justicia se puso de parte del hospital. Finalmente, la familia se la llevó a casa donde la sedaron y falleció horas después. LEER ARTÍCULO
Un día después El País trataba de despejar las dudas de los fundamentalistas de la vida biológica con el siguiente titular: Sanidad avala que la familia decida el tratamiento de enfermos terminales. (LEER NOTICIA)
Por cierto, que da igual, el fundamentalismo no atiende a razones...
Un día después El País trataba de despejar las dudas de los fundamentalistas de la vida biológica con el siguiente titular: Sanidad avala que la familia decida el tratamiento de enfermos terminales. (LEER NOTICIA)
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