Tres personas rememoran aquí su experiencia ante la muerte de sus familiares. Todos fueron auxiliados por la asociación Encasa. Pilar, la hija de Santiago, un anciano de 89 años, con demencia y deteriorado, decidió eludir la medicalización de los últimos días de su padre. La sedación terminal alivió sus ahogos. El mismo tratamiento fue aplicado a Ana, una enferma de cáncer cuyo deterioro, cerca de su agonía, le llenaba de angustia. El estado vegetativo crónico de Belén, de 28 años, que se mantenía con vida mediante sonda de alimentación y respirador, arrasó a su familia, que decidió, tras más de tres años, que se le retirase el alimento. Un caso similar al de Terri Schiavo. Nadie, salvo la asociación, les auxilió.