
“Incontinencia total”… “Imposible vestirse sola”… ”Total dependencia”… “Permanece con los ojos cerrados todo el tiempo”… “No es capaz de hablar, solo hace ruidos cuando algo le molesta”… “Ningún contacto verbal posible”… “Desorientada”… “Totalmente perdida en el tiempo”…
A comienzos de julio de 2019, el estado de Guillermina, de 78 años, era insoportable. El Alzheimer que padecía desde 2006 le había quitado todo. Recientemente, hasta la capacidad de tragar. “Imposible alimentación normal. Ausencia de estímulo de deglución”. El equipo médico de su residencia decidió ponerle alimentación artificial en contra de su voluntad. A falta de Testamento Vital, representada por sus hijos (uno de ellos, su tutor legal), comenzó una pesadilla burocrática y judicial de casi dos meses para que la dejasen morir en paz.
La reforma de la Ley de Autonomía del Paciente de 2015 (Partido Popular), modificó el consentimiento por representación, dejándolo en manos de una jueza que, en contra del consenso médico y científico actual, optó por el encarnizamiento terapéutico. ¡Qué desastre! ¡Cuánto dolor añadido!
leer reportaje (Revista 81, DMD)
A comienzos de julio de 2019, el estado de Guillermina, de 78 años, era insoportable. El Alzheimer que padecía desde 2006 le había quitado todo. Recientemente, hasta la capacidad de tragar. “Imposible alimentación normal. Ausencia de estímulo de deglución”. El equipo médico de su residencia decidió ponerle alimentación artificial en contra de su voluntad. A falta de Testamento Vital, representada por sus hijos (uno de ellos, su tutor legal), comenzó una pesadilla burocrática y judicial de casi dos meses para que la dejasen morir en paz.
La reforma de la Ley de Autonomía del Paciente de 2015 (Partido Popular), modificó el consentimiento por representación, dejándolo en manos de una jueza que, en contra del consenso médico y científico actual, optó por el encarnizamiento terapéutico. ¡Qué desastre! ¡Cuánto dolor añadido!
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