
Miguel Núñez sabía que se moría y que no le quedaba mucho tiempo. Así que decidió no morir en Madrid porque tenía miedo de que le afectaran los coletazos del caso Leganés, en el que el doctor Montes y su equipo fueron acusados de sedación irregular a enfermos terminales. En Barcelona, un grupo de amigos, ex camaradas de luchas políticas, le ayudaron económicamente.
Miguel murió delante de una cámara. Porque así lo quiso. Lo hizo para denunciar la hipocresía que él veía en una sociedad que rechaza la eutanasia. Activo luchador antifranquista, eligió día y hora para poner final a su vida cuando supo que su enfermedad era irreversible. LEER ARTÍCULO
Miguel murió delante de una cámara. Porque así lo quiso. Lo hizo para denunciar la hipocresía que él veía en una sociedad que rechaza la eutanasia. Activo luchador antifranquista, eligió día y hora para poner final a su vida cuando supo que su enfermedad era irreversible. LEER ARTÍCULO