En octubre de 2018 el marido de Mª José ofreció a los medios de comunicación un testimonio del sufrimiento absurdo que viven miles de enferm@s terminales obligad@s a vivir una vida que ya no desean. Primero lo hizo en El País, así como en todos los medios que se lo pidieron como RTVE, o La Sexta."Hasta hace poco, su rutina era levantarse, asearse, desayunar, comida, siesta, salón, una película –compraron una televisión más grande porque ella cada vez ve menos–, cena, cama. "Pero a primeros de septiembre fuimos a urgencias. Llevé, como siempre, el testamento vital, porque ella no quiere que la intuben", afirma. Aquella vez ella sufrió un brote –"como un miniictus", describe él– y se quedó sin poder hablar ni comer. Ya había tenido otro similar en abril. "Estuvo cuatro días en cuidados paliativos, pero me la traje a casa". Allí les ofrecieron una sedación limitada para que sufriera menos. Ella lo rechazó. "No quiero dormirme, quiero morirme", resume su posición.
En aquel ingreso, propusieron la posibilidad de una sedación terminal: que la durmieran de manera irreversible. "Pero nos dijeron que no se podía, que ellos no iban a adelantar nada" del final.
En aquel ingreso, propusieron la posibilidad de una sedación terminal: que la durmieran de manera irreversible. "Pero nos dijeron que no se podía, que ellos no iban a adelantar nada" del final.